4 de julio de 2009

Perdida de la audicion y sordera

Posted by Orlando Quevedo On 7:35 Sin Comentarios


¿Qué es?
La sordera o hipoacusia es lo que denominamos como pérdida de audición, lo cual supone una dificultad o franca incapacidad para escuchar los sonidos por medio del sentido del oído.
La audición es un sentido cuyo mecanismo resulta muy complejo, dado que en él intervienen diversos elementos extraordinariamente coordinados, que pueden fallar en un momento dado, originando entonces un déficit auditivo de intensidad variable. El proceso de audición empieza con la captura y concentración de las ondas sonoras por el pabellón auditivo, que lo dirige hacia el conducto auditivo externo, el cual no sólo conduce el sonido sino que lo amplifica debido a sus cualidades resonadoras. Posteriormente las ondas sonoras impactan sobre la membrana timpánica que, a su vez, son trasmitidas y amplificadas a través del los huesecillos del oído medio hasta el oído interno, más concretamente a la cóclea, la cual actuará como receptor y que trasforma un estímulo sonoro y mecánico en uno bioeléctrico, que se retransmitirá en forma de descargas eléctricas nerviosas a la región del cerebro encargada de interpretar los sonidos.
La sordera o hipoacusia supone una patología de gran importancia en España ya que en torno a 120.000 personas presentan hipoacusia severa y casi un millón padece algún tipo de limitación de la audición.
¿Cómo se produce?
Como se ha hecho referencia anteriormente, este asombroso sistema involucrado en la audición requiere una perfecta armonía entre sus diferentes estructuras, de forma que algún fallo en esta cadena puede dar lugar a un déficit de audición.
En general las hipoacusias se pueden diferenciar en dos tipos principales:
De transmisión o de conducción: donde se produce un fallo en la transmisión de las ondas sonoras a través de oído externo y medio.
Perceptivas o neurosensorial: donde el fallo se encuentra en la cóclea, en su función de retransmisión e interpretación de las ondas sonoras en estímulos bioeléctricos, en el nervio auditivo, vías acústicas o en la corteza cerebral.
Las causas de hipoacusia son muy variadas y engloban patologías de las tres estructuras principales del oído, el externo, medio e interno. Hay algunas causas que son transitorias y que se solucionan al resolver la patología de base (otitis, la presencia de cuerpos extraños en el conducto auditivo, disfunciones de la trompa e Eustaquio, etc), otras requieren tratamiento quirúrgico, y otras son sólo subsidiarias, en la actualidad, del uso de prótesis auditiva.
Así entre las posibles causas de hipoacusia se incluyen:
En la edad infantil: alteraciones hereditarias o genéticas, malformaciones congénitas, hipoacusias adquiridas en el periodo prenatal, en el nacimiento o después del nacimiento como infecciones por rubéola, citomegalovirus, toxoplasmosis, sífilis, herpes, meningitis bacteriana y parotiditis postnatal, sarampión, varicela, aumento de bilirrubina, fármacos tóxicos para el oído durante la gestación, traumatismos obstétricos, etc.
En adultos causas de hipoacusia transmisiva son tapones de conducto auditivo externo, tumores benignos o malignos del cnducto auditivo externo, otitis medias agudas o crónicas, perforaciones timpánicas, cambios de presión en el oído por alteraciones de la trompa de Eustaquio, procesos adhesivos crónicos, cicatrices residuales, timpanoesclerosis, otoesclerosis, etc.
En adultos causas de hipoacusia neurosensorial son presbiacusia, afectación por ruido, alteraciones genéticas, sorderas súbitas, otoxicidad, tumores del VIII par o nervio auditivo, etc.
Sintomatología
La sintomatología se basa en una pérdida de audición en uno a los dos oídos en un grado variable según el tipo de lesión y su severidad.
Es conveniente realizar un exhaustivo interrogatorio al paciente para aclarar las posibles causas de la pérdida de audición. Conocer si afecta a uno o los dos oídos, la severidad de esa pérdida, si se sospecha una pérdida total de audición (cofosis), o, en otros casos, la pérdida de audición es parcial, si afecta al lenguaje, a la localización de una fuente de sonido, si afecta a las relaciones sociales, etc. Es importante saber el tiempo de evolución en la que se ha ido presentando la pérdida de audición, si ésta ha ido instaurándose de una forma progresiva o de manera súbita.
Hay que conocer si existen otros síntomas asociados a la hipoacusia como el escuchar ruidos en el interior de oído (acúfenos), emisión de secreciones por el oído (otorrea), dolor en los oídos, traumatismos previos, si oye mejor en ambientes ruidosos (paracusia de Willis), si nota resonancia de su propia voz y oye peor al masticar (paracusia de Weber), ambos frecuentes en la otosclerosis, si ha habido antecedentes de otitis, de catarros, de alergias, de exposición al ruido tanto agudo como crónico, si ha subido en avión o ha estado buceando, si ha tomado recientemente fármacos otototóxicos, si presenta asociados otros síntomas y signos de diversos síndromes congénitos, etc....
Diagnóstico
El diagnóstico se basa inicialmente en el tipo de sintomatología que refiere el paciente y en la realización de una serie de pruebas exploratorias encaminadas a valorar la localización más precisa de la lesión, para, así poder emplear las pruebas complementarias más específicas. La exploración otológica del oído es fundamental en cualquier caso ya que permite identificar posibles alteraciones en el conducto auditivo y la membrana timpánica.
Entre las pruebas exploratorias a realizar destacan:
La exploración con diapasones: la prueba de Rinne que compara la audición del sonido con un diapasón que ocasiona una vibración por el aire, con la vibración que se detecta si tocáramos con el diapasón en el hueso de la parte posterior del cráneo. La prueba de Weber se realiza con un diapasón vibrando en el vértice superior de la mitad del cráneo y se valora si esa vibración se detecta en uno u otro oído.
La audiometría en la que se valorará el umbral auditivo del sonido trasmitido por vía aérea y por vía ósea (por medio de una vibración sobre el hueso del cráneo), para posteriormente ir realizando una gráfica con el umbral de audición por las dos vías con diferentes frecuencias (más graves y agudos). Las características de estas gráficas y en especial la relación entre el umbral óseo y aéreo nos pueden diferenciar entre una hipoacusia de transmisión o neurosensorial. Existen distintos tipos de audiometrías: tonal liminal realizado con tonos puros en diferntes frecuencias, la audiometría con altas frecuencias, la audiometría verbal que se realiza con estímulos a base de palabras y no tonos puros, y la audiometría supraliminal donde el estímulo auditivo que se utiliza está por encima del umbral del sujeto y nos puede ayudar a discriminar dentro de las hipoacusias neurosensoriales las que son por un fallo en el oído interno o bien en la transmisión nerviosa posterior a la cóclea.
En algunos casos es necesaria la impedanciometría que se basa en el estudio de la resistencia que ofrece el conjunto del tímpano y la cadena de huesecillos al paso del sonido y que nos indica de la elasticidad del este sistema. Existen dos pruebas impedianciométricas: la timpanometría que mide las variaciones de la distensibilidad de la membrana timpánica y los huesecillos en función de las variaciones de la presión a nivel del conducto auditivo externo, y la medición del reflejo estapedial que se basa en la contracción del músculo de un huesecillo denominado estribo para aumentar la resistencia del sistema tímpano-huesecillos al registrarse un sonido de gran intensidad y que sirve para evitar que la vibración cause daños en el sistema auditivo.
Otoemisiones acústicas: muy utilizadas en el despistaje de hipoacusia en niños.
Potenciales evocados auditivos: realiza un estudio de la respuesta electrofisiológica del sistema nervioso a la estimulación sonora.
Algunas pruebas de imagen pueden resultar muy útiles para detectar posibles patologías. Entre ellas destacan la radiografía de cabeza, el TC craneal (escáner de la cabeza) y la Resonancia magnética craneal.
Tratamiento
El tratamiento está basado en el de la causa subyacente.
En caso de causas potencialmente reversibles, como el caso de la presencia de un cuerpo extraño en el conducto auditivo, las una otitis agudas, las disfunciones de la trompa de Eustaquio, etc, el tratamiento es el causal.
En el caso de hipoacusia brusca idiopática se usan en ocasiones corticoides y vasodilatadores. En el caso del empleo de fármacos ototóxicos es mandatoria la suspensión automática del fármaco involucrado, de forma que en ocasiones el déficit pueda ser reversible, aunque algunos fármacos pueden causar una lesión auditiva permanente.
En caso de un trauma acústico por presión atmosférica o una onda expansiva, el tratamiento de las lesiones de oído medio, se basa en antiinflamatorios, analgésicos, vasoconstrictores nasales, corticoides, etc. A veces puede precisarse un drenaje timpánico.
La cirugía puede ser necesaria en algunos casos como la otosclerosis, perforaciones timpánicas, colesteatomas, tumores, secuelas cicatriciales, etc.
El tratamiento en los casos en que no exista capacidad de reversibilidad, casos no subsidiarios de cirugía, o que el paciente no desee operarse, (como en las sorderas congénitas hereditarias, la presbiacusia, la otosclerosis avanzada, lesiones de cóclea, etc) es el uso de prótesis auditivas mientras la cóclea admita la adaptación. En casos de hipoacusias profundas o cofosis puede ser útil la colocación de implantes cocleares.
Medidas preventivas
Es muy importante detectar las hipoacusias en los niños aunque sean leves, dado que cuanto antes se conozca el diagnóstico preciso, antes se podrá poner en marcha una estimulación y acondicionamiento del entorno del paciente para evitar así una repercusión en el lenguaje y capacidad de aprendizaje del niño.
Tambien es importante limitar la exposición al ruido, el uso de sustancias y fármacos ototóxicos, o evitar cambios bruscos de presión sobre todo cuando se está acatarrado.

Orlando Quevedo

0 comentarios :

Publicar un comentario