10 de julio de 2009

La prostatitis

Posted by Orlando Quevedo On 20:33 Sin Comentarios

¿Qué es?
La prostatitis hace referencia a aquellas enfermedades inflamatorias que afectan al tejido prostático, donde se incluyen enfermedades infecciosas y otras de origen inflamatorio en las que no se identifica ningún germen causante.
Se dividen en dos tipos predominantemente: en agudas con evolución rápida y habitualmente con sintomatología florida, y crónicas, más larvadas y de evolución más prolongada.
Así pues podemos clasificar las prostatitis en 4 grupos principales:
Prostatitis bacteriana aguda: Principalmente en varones jóvenes.
Prostatitis crónica bacteriana: muy poco común y suele aparecer en varones con antecedentes de infecciones urinarias de repetición. Los síntomas aparecen por episodios remitiendo entre ellos y la palpación de la próstata suele ser normal.
Prostatitis no bacteriana o de causa no filiada: En la que los pacientes presentan síntomas, signos y datos analíticos de inflamación prostática, pero no existe crecimiento bacteriano en los cultivos o antecedentes de prostatitis bacteriana recidivante.
Prostatodinia: En el que aparecen síntomas de prostatitis pero sin datos de inflamación prostática ni crecimiento bacteriano en los cultivos.
Cómo se produce
En el caso de prostatitis bacteriana aguda los agentes causantes más frecuentes suelen ser Bacterias del tipo bacilos GRAM negativos, siendo la más frecuente de éstas la Esterichia Coli, seguida de enterobacterias como la Klebsiella, Proteus, Serratia, y menos frecuentemente bacterias como la Pseudomona. El Enterococo, el Gonococo y el Estafilococo Aureus son causas mucho menos frecuentes.
En cuanto al mecanismo por el cual las bacterias podrían producir una inflamación prostática, se han barajado varias posibilidades. En primer lugar las bacterias podrían ascender por la uretra o por reflujo de orina infectada a través de los conductos prostáticos. Otra vía sería a través de los vasos linfáticos que recogerían bacterias del intestino; y finalmente otra posible vía sería a partir de bacterias en la sangre que colonizarían la próstata.
La prostatitis crónica bacteriana tendría en principio los mismos gérmenes causantes que la aguda, aunque el contexto sería el de un paciente con infecciones urinarias y/o prostáticas de repetición en el que el tratamiento antibiótico no conseguiría acabar con algún reservorio bacteriano.
La prostatitis no bacteriana no tiene causa clara conocida. Sin embargo se cree que algunos microorganismos como el Estafilococo Epidermidis, el Coribecterium, el ureaplasma urealyticum, y la Chlamydia Trachomatis podrían intervenir. Otra teoría implicaría algún tipo de reflujo de orina con alguna sustancia que favoreciera la inflamación prostática, o bien por afectación autoinmune.
Sintomatología
En el caso de prostatitis aguda bacteriana la sintomatología suele ser más florida. Suele haber fiebre, escalofríos, molestias urinarias ( disuria) con sensación de ganas de orinar continuas ( tenesmo y urgencia urinarias)), micción frecuente y en poca cantidad ( polaquiuria), dolor en la región del periné, y malestar general. Si realizamos una palpación de la próstata por tacto rectal ésta suele ser dolorosa y con tumefacción a la palpación. La evolución clínica sin tratamiento puede mantenerse localizado o bien ocasionar una diseminación sanguínea de las bacterias, sepsis, shock y muerte. Es importante señalar que la realización de un masaje prostático en las prostatitis bacterianas agudas, se corre el riesgo de diseminar las bacterias por el torrente sanguíneo.
La prostatitis crónica suele dar síntomas más larvados y manifestarse en forma de molestias urinarias de forma intermitente. En los periodos entre crisis no tiene porqué haber muchos síntomas. Al tacto rectal la próstata suele ser normal.
En las prostatitis no bacterianas la sintomatología incluye molestias en el periné, y síntomas urinarios parecidos a los de la prostatitis aguda. La próstata suele ser normal en la palpación a través del recto.
Diagnóstico
El diagnóstico comienza mediante la presunción diagnóstica a través de un exhaustivo interrogatorio médico y una correcta exploración física. A continuación serán de una valiosa ayuda las determinaciones analíticas de sangre y orina. Así en el análisis sanguíneo pueden evidenciarse aumento de glóbulos blancos, principalmente neutrófilos, como marcador de infección. Además el PSA (antígeno específico prostático) puede elevarse de forma transitoria. El análisis de orina suele ser útil realizarlo antes y tras la realización de un masaje prostático. Así se puede medir la cantidad de glóbulos blancos en orina, lo cual nos suele indicar inflamación prostática (por ello en la Prostatodinia no suele aparecer muchos leucocitos en orina).
También es muy conveniente la realización de un cultivo microbiológico de orina, especialmente tras el masaje prostático.
Otra prueba diagnóstica incluye la realización de una ecografía, especialmente si se realiza por vía transrectal. En ella puede valorarse el tamaño de la próstata y la posibilidad de complicaciones como abscesos prostáticos.
Tratamiento
En general en el caso de prostatitis bacterianas el tratamiento deberá ser a base de antibióticos. En el caso de prostatitis aguda se suelen emplear, cefalosporinas, o aminoglucósidos asociados o no a ampicilina. Otros tratamientos, especialmente cuando se sospecha infección por Pseudomona, incluyen el imipenem o piperacilina-tazobactam. El cotrimoxazol y las quinolonas como el ciprofloxacino también pueden ser de utilidad, especialmente por su facilidad de administración por vía oral; sin embargo dada la alta tasa de resistencias a estos fármacos, se recomienda suministrarlos cuando se haya demostrado que un estudio de resistencias del microorganismo indique que éste es sensible a dichos antibióticos. En las raras ocasiones en las que exista obstrucción del uréter puede ser necesario colocar un catéter de drenaje.
En el caso de prostatitis crónica bacteriana, conviene llevar a cabo un tratamiento guiado por el estudio de resistencias del microorganismo involucrado. En general el cotrimoxazol, el ciprofloxacino y otras quinolonas, los macrólidos y la doxiciclina suelen ser de elección, dado que llegan bien al tejido prostático. El tratamiento suele ser prolongado y depende fundamentalmente de la evolución y el tipo de fármaco empleado.
El tratamiento de la prostatitis no bacteriana suele incluir antiinflamatorios, alfabloqueantes como la terazosina o la doxazosina, y los anticolinérgicos. Algunos pacientes experimentan mejoría con tratamientos antibióticos como los macrólidos (eritromicina), la doxiciclina, las quinolonas y el cotrimoxazol. Sin embargo el uso de antibióticos en este caso no ha sido muy demostrado.
Medidas preventivas
Se debe realizar urocultivos de control tras el cese del tratamiento antibiótico para asegurarse que no continúa la prostatitis tras el tratamiento.

Orlando Quevedo

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