Anatomia humana - j.a. garcia-porrero - mc graw-hill
- texto de anatomia humana destinado a los estudiantes de medicina
- orientacion de manual; no es un libro de bolsillo, pero tampoco un tratado exhaustivo
- aporta una vision completa y actualizada
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¿Que es?
La chlamidia trachomatis es una bacteria que produce una enfermedad de transmisión sexual. Es una infección que puede afectar a los órganos genitales de la mujer y que suele cursar sin síntomas, pero que puede producir complicaciones con consecuencias importantes. Es muy frecuente y se estima que en Estados Unidos se producen entre 2 y 3 millones de infecciones anuales.
La infección por clamidia puede ser transmitida por relaciones sexuales vaginales, orales o anales. Puede también transmitirse de la madre al hijo en un parto vaginal. La clamidia puede infectar el pene, la vagina, el cuello del útero, el ano, la uretra los ojos y la garganta.
La clamidia se conoce como la enfermedad “silenciosa” porque la mayoría de las personas infectadas no presentan síntomas. Si se manifiestan los síntomas lo hacen entre 1 y 3 semanas después del contagio. Sólo una de cada cuatro mujeres con clamidia presentará síntomas. La infección suele empezar en el cuello de la matriz produciendo una cervicitis, una inflamación del cérvix. En estos casos el médico observa el cuello de la matriz inflamado, más rojizo por un aumento del aporte sanguíneo, hinchado y más friable, es decir que sangra con facilidad al rozarlo.
Los síntomas que pueden presentar las mujeres infectadas por clamidia son:
En los hombres los síntomas se presentan sólo en la mitad de los que están realmente infectados. La clínica que más frecuentemente presentan es:
El diagnóstico suele hacerse por cultivos celulares. Son diferentes de los cultivos habituales ya que la clamidia es una bacteria que vive dentro de las células y por tanto la toma de la muestra habitual para detectar otras infecciones como son los hongos no detecta la clamidia.
Al ser una infección bacteriana el tratamiento es antibiótico y la eficacia de tratamiento también es alta. Existen tres pautas antibióticas que son eficaces frente a la clamidia. Una de ellas es en una sola dosis y otras tienen una duración más larga.
Es importante que se haga el tratamiento completo y no se abandone al notar mejoría de los síntomas para asegurarse de erradicar la infección por completo. Debe programarse una visita de control para confirmar que la infección ha desaparecido por completo. La pareja sexual debe también hacer el tratamiento para evitar que la infección vuelva a contagiarse. Es frecuente que las mujeres se infecten de nuevo si su pareja no recibe el tratamiento adecuado.
Si no se trata la clamidia la infección puede avanzar y causar problemas reproductivos. En hasta una de cada cinco mujeres afectadas que no siguen tratamiento para la clamidia, la infección puede seguir una vía ascendente y desde el cuello de la matriz alcanzar el cuerpo de la matriz, las trompas de Falopio y producir una enfermedad inflamatoria pélvica. Las consecuencias de esta infección pueden ser importantes. Algunas mujeres padecen dolor en la zona inferior del abdomen de forma crónica tras la infección. Otras pueden tener una esterilidad producida por la posible obstrucción de las trompas de Falopio como consecuencia de las cicatrices producidas. El riesgo de embarazo ectópico tras una enfermedad inflamatoria pélvica es mayor por la alteración en la funcionalidad de las trompas de Falopio y por tanto un embarazo puede asentar en un lugar anormal como es la trompa o el ovario.
En los hombres la infección por clamidia puede complicarse con una epididimitis, consistente en la inflamación del epidídimo y que puede producir también una esterilidad posterior.
Hay evidencia de que las mujeres infectadas por clamidia durante el embarazo tienen un riesgo mayor de parto prematuro. Además también se ha descrito una relación directa entre las mujeres infectadas por clamidia y un bajo peso al nacer de sus bebés.
La infección puede pasar al feto en el momento del parto por contacto directo con la sangre materna o los fluidos vaginales. Esta infección puede causar una conjuntivitis neonatal o bien una neumonía. La conjuntivitis produce una inflamación de los párpados y una secreción ocular que aparece generalmente los 10 primeros días de vida.
La neumonía neonatal por clamidia se inicia con tos seca entre tres y seis semanas después del nacimiento. Poco a poco la tos se hace más productiva y puede aparecer dificultad respiratoria.
Prevencion
Como todas las enfermedades de transmisión sexual la prevención se realiza con el uso del preservativo en las relaciones sexuales. Secundariamente puede realizarse un diagnóstico precoz a las mujeres en riesgo a pesar de no tener clínica por el hecho de ser una enfermedad básicamente asintomática.
La tuberculosis (Tbc) es una enfermedad infecciosa crónica causada habitualmente por un bacilo llamado Mycobacterium tuberculososis (en muy pocas ocasiones por M. Bovis). La afectación pulmonar representa el 90% de todas las formas de presentación de la enfermedad.
Un tercio de la población mundial, unos 1800 millones de personas, están infectadas por el bacilo de la tuberculosis, de los cuales, 30 millones sufren la enfermedad. Existe una clara relación entre tuberculosis y pobreza, siendo considerada la enfermedad como una de las causas de muerte evitable en los países pobres, donde sólo un cuarto de las persones enfermas recibe el tratamiento.
Existen programas específicos de detección y tratamiento tanto a nivel internacional- llevados a cabo por la OMS- como a nivel nacional , que insisten en la necesidad de creación de unidades especiales que garanticen el tratamiento , control y estudio de los contactos de los pacientes, dado que es necesario el cumplimiento terapéutico para conseguir la curación.
La forma de contagio de la enfermedad es casi siempre por vía inhalatoria (excepcionalmente por vía digestiva o cutánea).
La falta de ventilación y el hacinamiento favorecen el contagio, y éste aumenta en personas que conviven en la misma habitación, siendo excepcional el contagio a través de un contacto esporádico.
Una vez producido el contagio, el bacilo de la tuberculosis puede permanecer en estado latente (dormido) o producir la enfermedad. La mayoría de los casos de tuberculosis clínica ocurre meses o años después de la infección. La disminución de las defensas inmunológicas pueden reactivar una tuberculosis que se hallaba en estado latente, siendo la afectación pulmonar la más frecuente.
Es por este motivo, que aumentan los casos entre la población HIV (SIDA), constituyendo un criterio de diagnóstico de sida, y es , asimismo, la enfermedad oportunista más frecuente en las personas afectadas del virus del HIV.
Los síntomas generales como la astenia (cansancio), anorexia (pérdida de apetito), pérdida de peso, febrícula vespertina y sudoración nocturna son los más precoces, pero dado su inicio insidioso pueden pasar inadvertidos.
Entre los síntomas respiratorios , el más frecuente es la tos. La hemoptisis también puede aparecer , pero es menos frecuente, así como la toracalgia o la disnea.
Un 10%-20% de los infectados están asintomáticos y son detectados mediante estudio de contactos o de forma casual.
Debe descartarse la infección tuberculosa ante la presencia de una tos que persiste más de 3 semanas, especialmente en aquellos grupos con más riesgo, p.ej.: inmunodeprimidos o en caso de hacinamiento de personas.
El cultivo del esputo en medio de Löwenstein-Jensen es el método diagnóstico de certeza, pero se necesita entre 2-8 semanas para obtener el resultado, por lo que se utilizan otros métodos diagnósticos como la baciloscopia (examen microscópico directo) que es el método utilizado para un diagnóstico rápido pudiendo obtener un diagnóstico de probabilidad si se acompaña de una clínica y/o radiología compatibles.
La prueba de la tuberculina (Mantoux) consiste en la inoculación intradérmica de un derivado purificado de proteínas llamado PPD y la lectura de la dermorreacción que se produce entre las 48 y 72h posteriores. Se considera infección tuberculosa cuando la induración es mayor o igual a 5 mm (15 mm si ha habido vacunación previa con BCG). La prueba de la tuberculina no distingue entre infección y enfermedad. En ambos casos se requiere un resultado positivo, aunque en la infección no coexiste enfermedad clínica demostrada.
No se recomienda la realización de esta prueba en personas que no hayan sido expuestas al bacilo de la tuberculosis.
Otros métodos diagnósticos son la radiografía de tórax y las nuevas técnicas de ampliación de ácidos nucleicos mediante sondas genéticas de ADN y de la reacción en cadena de la polimerasa (RCP). Estas últimas aprobadas para confirmar el diagnóstico ante una baciloscopia positiva y a la espera del resultado de los cultivos.
Se basa en la administración de tres fármacos antituberculosos durante una período prolongado, que suele ser de 6 meses. La utilización de tres fármacos y la duración del tratamiento se debe a la aparición de resistencias al bacilo a los distintos fármacos administrados. En la población HIV el tratamiento se alarga hasta completar 9 meses.
El tratamiento se inicia a la espera de la confirmación del cultivo de esputo, cuando los datos clínicos, radiológicos y bacteriológicos así lo sospechan.
Actualmente, con este tratamiento, se consiguen tasas de curación del 96%
La causa más frecuente de fracaso terapéutico es la falta del correcto cumplimiento del mismo.
El tratamiento puede realizarse en el domicilio si se realiza un correcto aislamiento durante los primeros 15 días del mismo. En general, el paciente puede reincorporarse a su vida laboral a partir de los 2 meses.
Es importante el seguimiento mensual del paciente por parte del personal médico, para valorar el estado clínico del paciente, los posibles efectos secundarios de la medicación y su cumplimiento. Se aconseja realizar baciloscopias y cultivos bimensuales hasta que se negativizan y al final del tratamiento, así como radiografía de tórax a los dos meses y al final del tratamiento.
Existen dos tipos de tratamiento preventivo:
Tratamiento preventivo de la infección tuberculosa (quimioprofilaxis primaria).Se basa en el tratamiento a personas con PPD- , convivientes con enfermos bacilíferos, especialmente en niños y jóvenes. Si a los 2 meses de tratamiento, un nuevo PPD resulta negativo , se suspende el tratamiento. En el caso de aparición de PPD+ -en ausencia de lesión radiológica- se mantiene el tratamiento hasta completar 6 meses.
Tratamiento de la infección tuberculosa latente (quimioprofilaxis secundaria). Se basa en el tratamiento de la infección tuberculosa – PPD + y radiografía de tórax normal- ante ausencia de enfermedad, para evitar su aparición. Tiene una duración de 6 meses (12m en HIV) y se realiza una única vez en la vida.
En ambos casos se pretende detener la cadena epidemiológica de la tuberculosis.
Vacunación BCG: Actualmente desaconsejada en los países desarrollados, ante una eficacia discutida. Consiste en la administración de bacterias vivas atenuadas, por lo que está contraindicado en inmunodeprimidos y embarazadas.
Puede ser útil en niños y jóvenes que están en contacto con pacientes crónicos bacilíferos y entre el personal sanitario en contacto frecuente con pacientes tuberculosos o con sus muestras biológicas. En ambos casos, precisa una prueba de turberculina previa negativa.