19 de julio de 2009

Cirrosis

Posted by Orlando Quevedo On 21:08 1 comment


¿Qué es?
El hígado es un órgano vital en el organismo humano. Tiene múltiples funciones que abarcan desde la función metabólica, actuando como centro organizador y proveedor de glucosa, grasas y proteínas, hasta funciones excretoras de la bilis (necesaria para una correcta digestión de los alimentos), y funciones de detoxificación de ciertas sustancias y fármacos, entre otros.
Cuando el hígado se ve dañado de forma importante, no podrá llevar a cabo todas esas acciones, ocasionando múltiples complicaciones. En esta situación se dice que existe una insuficiencia hepática o incapacidad del hígado para realizar su función.
La cirrosis se trata de un proceso crónico caracterizado por una sustitución del tejido hepático (funcional) por tejido fibroso (cicatricial) tras un proceso de inflamación. Como consecuencia, el hígado presenta una estructura arquitectónica anómala que impide un correcto paso de la sangre procedente de aparato digestivo a través del hígado, así como una incapacidad para realizar sus funciones habituales, desencadenando una insuficiencia hepática.
La cirrosis es una enfermedad crónica e irreversible. Su pronóstico es grave, y los pacientes suelen fallecer por hemorragias digestivas, insuficiencia hepática, cáncer o infecciones.
Suele diagnosticarse entre los 40 y 60 años, aunque puede manifestarse a cualquier edad. Afecta a los dos sexos, pero es más frecuente en el varón.
¿Cómo se produce?
Existen múltiples causas que puedan originar cirrosis. Las 2 causas más frecuentes son el Alcohol y la infección crónica por los virus de la hepatitis, principalmente la tipo C pero también la tipo B.
Otras causas menos frecuentes son debidas a medicamentos, inflamación autoinmune del hígado, trastornos en el sistema de drenaje del hígado (el sistema biliar) y trastornos metabólicos de hierro y cobre (hemocromatosis y enfermedad de Wilson).
Todas estas causas ponen en marcha una reacción inflamatoria por parte del sistema inmune que, si se da de forma prolongada, produce destrucción importante y progresiva del tejido hepático, produciéndose mecanismos de regeneración que son anómalos, originando una estructura del hígado incompetente para realizar sus funciones.
Dicha alteración estructural producirá una dificultad para el paso de la sangre procedente de la Vena Porta (que recoge el flujo de sangre de la mayoría del aparato digestivo), y como consecuencia aumentará la presión sanguínea en este territorio ocasionando lo que se denomina como Hipertensión Portal .
Por otro lado la incapacidad para realizar sus funciones normales ocasionará un déficit de proteínas que son fundamentales para múltiples procesos vitales (entre ellos la defensa frente a infecciones) y habrá alteración del aporte energético en el resto del organismo. Además y se verá alterado la eliminación de sustancias habitualmente eliminadas con la bilis, produciéndose coloración amarillenta de piel y mucosas por aumento de bilirrubina, y en ocasiones picor cutáneo secundario de la retención de ácidos biliares. En fases avanzadas el hígado es incapaz de eliminar algunas sustancias con toxicidad importante para el sistema nervioso central pudiendo alterarse el nivel de conciencia.
Sintomatología
La sintomatología es muy variada. En general, los pacientes en que la cirrosis está compensada suelen estar asintomáticos. Pueden existir síntomas generales como cansancio, molestias abdominales, sensación de náuseas, o incluso vómitos, digestiones pesadas, coloración amarillenta de la piel, puede haber pérdida del vello corporal en varones, pérdida de la lívido o incluso impotencia.
Otros síntomas revelan la presencia de descompensaciones o complicaciones. La hemorragia digestiva por rotura de venas anómalas (varices) a nivel del esófago o estómago que se forman a consecuencia de la hipertensión portal, son graves y pueden ser mortales si no se pone un tratamiento de forma urgente. Otras complicación es la aparición de
ascitis o acumulación de líquido en el abdomen a nivel del espacio peritoneal, o bien la peritonitis bacteriana espontánea que consiste en una infección del líquido ascítico, ocasionando dolor abdominal y fiebre.
Otros síntomas son debidos a la insuficiencia hepática como es la tendencia a presentar infecciones, los edemas o hinchazón de piernas, y las alteraciones del sistema nervioso por toxicidad de ciertas sustancias no depuradas por el hígado (encefalopatía hepática).
Diagnóstico
La exploración física puede demostrar un agrandamiento del bazo y en ocasiones del hígado. Se puede observar enrojecimiento de las palmas de las manos, la presencia de arañas vasculares (vasos sanguíneos pequeños, rojos y en forma de araña bajo la piel), atrofia de los testículos, coloración amarillenta de la piel, aumento de las mamas, incluso en varones; aumento de las glándulas parótidas en ambos lados de la cabeza, etc...
Otros datos de la exploración física pueden indicar complicaciones de la cirrosis como deterioro de la conciencia por encefalopatía hepática, aumento del volumen abdominal (ascitis), dolor a la palpación abdominal con fiebre (peritonitis bacteriana espontánea), la presencia de heces con sangre o negras como el alquitrán (melenas).
En cuanto a las determinaciones en las analíticas depende de lo avanzada que esté la enfermedad, encontrando alteraciones de las enzimas hepáticas (transaminasas) o aumento de la bilirrubina y otras determinaciones que indiquen fallo de la función biliar. Suele haber pérdida de proteínas, especialmente la albúmina, y aumento de inmunoglobulinas. En fases avanzadas puede haber trastornos de la coagulación y alteración de las células sanguíneas (anemia, bajas plaquetas y glóbulos blancos).
Las pruebas de imagen como la ecografía o el TC (scanner) pueden ser de ayuda, principalmente para descartar posibles causas y para determinar las características estructurales del hígado.
No obstante el diagnóstico de certeza se obtiene únicamente mediante la biopsia del hígado, demostrando en la muestra la presencia de tejido cicatricial y pérdida de la arquitectura normal del hígado.
Tratamiento
Hasta la fecha no existe tratamiento alguno que modifique la evolución de la cirrosis. En general se recomienda dieta equilibrada, y evitar el alcohol y aquellos fármacos que puedan ser tóxicos para el hígado. Se puede tratar la causa de la cirrosis en aquellos casos en los que sea posible.
En general el tratamiento va dirigido a las complicaciones derivadas de la cirrosis, como:
Dieta baja en sal, sin grandes cantidades de líquido, junto con diuréticos como la furosemida y la espironolactona para evitar los edemas y el acumulo de líquido abdominal (ascitis).
Antibióticos en casos de riesgo de peritonitis bacteriana espontánea.
Tratamiento de las varices esofágicas mediante fármacos o bien mediante procedimientos endoscópicos: bandas elásticas o esclerosis. Vigilancia de posibles signos de sangrado digestivo y acudir al hospital de forma urgente si se sospecha.
Evitar comidas ricas en proteínas, administrar laxantes y antibióticos por vía oral en pacientes que puedan desarrollar una encefalopatía hepática, con el fin de evitar la formación de sustancias tóxicas por parte de las bacterias del tracto digestivo.
Tratamiento mediante vitamina K o con derivados sanguíneos de las alteraciones de la coagulación.
Si no hay contraindicación, en especial en casos avanzados, puede estar indicado el trasplante hepático.
Medidas preventivas
Se debe evitar el consumo abusivo de alcohol ya que ésta es la primera causa de cirrosis en nuestro medio. Actualmente existe una vacunación eficaz para la hepatitis B propugnándose una vacunación universal. Para prevenir contagios de la hepatitis B y C, evite las prácticas sexuales de riesgo o utilice métodos de barrera (preservativo), así como el consumo de drogas y el compartir jeringuillas. El personal sanitario deberá tener especial cuidado con el material que haya podido tener contacto con sangre, y mantener unas medidas higiénicas adecuadas.

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