¿Qué es?
La cefalea es lo que conocemos comúnmente como dolor de cabeza. Es el síntoma neurológico más frecuente y el principal motivo neurológico de consulta. Aproximadamente el 80% de la población padece cefalea de forma más o menos habitual.
Pueden clasificarse en primarias es decir un tipo de patología basada en la cefalea, y son las más frecuentes, o secundarias las cuales ocurren en el seno de otras enfermedades como tumores, hipertensión intracraneal, meningitis, hemorragias intracraneales, arteritis de la temporal y como síntoma de otras enfermedades sistémicas. El caso de la Arteritis de la temporal suele acontecer más frecuentemente en ancianos y se acompaña con frecuencia de otros síntomas.
Las cefaleas primarias comprenden la cefalea de tensión, la migraña, la cefalea en racimos y otras cefaleas neurovasculares. La cefalea a tensión es el tipo más frecuente y suele responder bien al tratamiento. La cefalea en racimos (o de Horton o en cluster también llamado) es más frecuente en varones y aparece principalmente entre los 20 y 50 años; con el tratamiento suele tener un buen pronóstico. La migraña es un tipo de entidad más compleja, es más frecuente en mujeres, tiene una predisposición hereditaria y el primer episodio suele acontecer entre los 10 y 30 años de edad. El pronóstico es bueno sin embargo la respuesta al tratamiento es variable según los pacientes. Existen a su vez 2 tipos de migraña: con aura y sin aura, ya que algunas de las personas afectadas desarrollan síntomas de advertencia, llamados aura, antes de presentarse el dolor de cabeza real.
¿Cómo se produce?
El tejido cerebral es casi en su totalidad insensible al dolor. Las estructuras sensibles son el cuero cabelludo, los vasos sanguíneos y las meninges. En general existen muchas teorías acerca del origen de la cefalea, en la migraña se ha hablado de mediadores serotoninérgicos, vasoconstricción y vasodilatación, liberación de neuropéptidos, entre otros. En la cefalea en racimos parece intervenir la histamina. Sin embargo no se conoce una causa exacta que lo justifique.
No obstante conocemos ciertos factores de riesgo que pueden intervenir en la aparición de la migraña como:
Factor genético: parece que existe una predisposición familiar aunque el tipo de herencia no está bien establecido.
Edad y sexo: en niños la migraña es igual de frecuente en varones que en mujeres, sin embargo en edades posteriores es más frecuente en la mujer.
Fatiga, estrés, exceso de trabajo, el ejercicio, el ayuno, la menstruación y los trastornos del sueño. Todos ellos actúan como precipitantes de la crisis migrañosa.
La ingesta de alcohol (principalmente vino tinto), chocolates, y quesos pueden precipitar la migraña.
La cefalea en racimos parece desencadenarse con más frecuencia con la ingesta de alcohol y fármacos que actúan como vasodilatadores como los nitratos.
El estrés emocional, el exceso de trabajo, el insomnio, malas posturas y otras situaciones irritantes suelen ser el desencadenante de la cefalea tensional. A veces refleja una depresión latente.
Sintomatología
La sintomatología lógicamente se va a basar en el dolor de cabeza, sin embargo es imprescindible realizar un buen interrogatorio al paciente sobre las características de la cefalea.
Se debe precisar el tiempo de evolución y la periodicidad de la cefalea. En general las cefaleas de más de 3 meses de evolución raramente serán debidas a tumor, por el contrario los dolores de aparición diaria y reciente deben hacer pensar en esa posibilidad. Los dolores de larga evolución y episódicos, suelen corresponder a migraña o cefalea de tensión. Las cefaleas agudas e intensas sin antecedentes previos obligan a descartar enfermedades graves, como una hemorragia subaracnoidea o hipertensión intracraneal. La cefalea en racimos característicamente aparece por períodos de 1-4 meses de sintomatología y periodos asintomáticos de años.
Otro aspecto a valorar es la edad de comienzo ya que las cefaleas que aparecen por primera vez en mayores de 65 años obligan a descartar cefalea secundaria a un tumor, absceso, enfermedad cerebrovascular o arteritis de la temporal. En las cefaleas de inicio antes de los 40 años corresponden prácticamente siempre a una cefalea tensional o una migraña.
La duración de los dolores es otro aspecto a valorar, la cefalea tensional es típicamente continua y sólo desaparece con el sueño o la distracción, por el contrario las cefaleas secundarias a un tumor o lesión que ocupa espacio y a la arteritis de la temporal suelen ser continuas, aunque predominan a ciertas horas del día. La duración de la migraña oscila entre 4 y 72 h, mientras que la cefalea en racimos dura entre 30 y 120 min.
La localización y la calidad del dolor, pueden ser útiles aunque son más variables. El dolor localizado por toda la cabeza es sugestiva de cefalea tensional, por otro lado la migraña aparece típicamente en sólo un lado de la cabeza y a modo de pulsos o latidos, aunque puede aparecer en los dos lados. El dolor alrededor del ojo con lagrimeo y secreciones nasales son típicas de la cefalea en racimos. La localización del dolor en la zona temporal del cráneo aparece en la arteritis de la temporal.
Además se debe interrogar acerca de la intensidad del dolor, que puede permitir continuar con las actividades normales, interferirlas o incapacitarlas.
Los factores desencadenantes o que alivien el dolor pueden ser de gran ayuda no sólo diagnóstica, sino también terapéutica.
Es importante indagar acerca de la presencia o no de síntomas acompañantes. La migraña se acompaña de síntomas como molestia a la luz y los sonidos, vómitos y, a veces, se precede de sintomatología neurológica transitoria (aura) como hormigueos, pérdida de fuerza o sensibilidad, automatismos y frecuentemente alteraciones visuales.
Por último, resulta importante conocer la respuesta a los tratamientos ya utilizados y confirmar que la dosis y vía de administración han sido las adecuadas.
Diagnóstico
Además de un correcto interrogatorio es necesario confirmar la sospecha diagnóstica con la exploración física de forma que podemos obtener datos de alteración neurológica focal como pérdida de fuerza, de sensibilidad, alteraciones del habla y la visión, afectación del equilibrio, entre otros. El examen del fondo de ojo ocupa una gran relevancia para descartar signos de hipertensión intracraneal. El interrogatorio y exploración regladas permitirán el diagnóstico de la mayoría de los pacientes que consultan por cefalea.
Se debe solicitar una analítica completa con determinación de velocidad de sedimentación globular (VSG) , especialmente si la cefalea aparece en ancianos de forma reciente y no hay alteraciones neurológicas, por sospecha de arteritis de la temporal que cursa con aumento marcado de la VSG.
En aquellos pacientes en la que se tenga alta sospecha de que se trate de una cefalea secundaria la prueba indicada es la TC (scanner) de cráneo que debe obligatoriamente solicitarse si la cefalea se desencadena por el esfuerzo físico, es de inicio súbito, se acompaña de alteraciones neurológicas, no responde al tratamiento correctamente indicado, la VSG es normal y es de aparición reciente en ancianos. En el caso en que el TC sea normal y exista alta sospecha de cefalea secundaria puede realizarse una Resonancia magnética. A veces puede ser ésta también normal y sin embargo con alta sospecha clínica, lo que obligaría a realizar una punción lumbar para descartar una meningitis o una hemorragia subaracnoidea.
En ocasiones es recomendable la exploración oftalmológica para descartar glaucoma, y el examen otorrinolaringológico para descartar sinusitis u otitis que pueden cursar con dolor de cabeza.
Tratamiento
El tratamiento va a depender básicamente de la causa. En los casos de cefalea tensional un tratamiento a base de analgésicos y antiinflamatorios como paracetamol , aspirina, ibuprofeno... puede ser satisfactorio, en ocasiones se asocian antidepresivos por el componente emocional y depresivo subyacente.
La cefalea en racimos responde bastante bien al tratamiento con oxígeno en mascarilla a alto flujo. Otros tratamientos implican analgésicos, antiinflamatorios y fármacos de la familia de los Triptanos (sumatriptan). El tratamiento de mantenimiento fuera de los periodos sintomáticos puede realizarse con verapamilo o ergotamina e casos resistentes.
El tratamiento farmacológico de la migraña se empleará cuando la intensidad de la cefalea sea suficiente como para alterar las actividades de la vida cotidiana. En general el tratamiento durante la crisis migrañosa, en casos de intensidad leve suele indicarse antiinflamatorios (aspirina, ibuprofeno, naproxeno...) y procurar descansar en un ambiente oscuro y silencioso. En aquellos casos más severos se suelen usar los triptanos (sumatriptán, zolmitriptán, rizatriptán...) aunque no se deben dar en casos de cardiopatía isquémica o claudicación intermitente. En casos resistentes el tratamiento puede realizarse con ergotamina aunque tiene más efectos secundarios y no se debe dar en embarazadas.
Medidas preventivas
Se debe llevar una vida saludable que incluya un buen descanso nocturno, una dieta equilibrada, adoptar posturas apropiadas, evitar el uso de tóxicos como la cocaína y el tabaco, realizar ejercicio físico de forma regular. En el caso de la migraña se pueden usar tratamientos con betabloqueantes, verapamilo, antidepresivos tricíclicos y antagonistas de la serotonina como tratamientos preventivos durante el periodo libre de crisis migrañosa.
La cefalea es lo que conocemos comúnmente como dolor de cabeza. Es el síntoma neurológico más frecuente y el principal motivo neurológico de consulta. Aproximadamente el 80% de la población padece cefalea de forma más o menos habitual.
Pueden clasificarse en primarias es decir un tipo de patología basada en la cefalea, y son las más frecuentes, o secundarias las cuales ocurren en el seno de otras enfermedades como tumores, hipertensión intracraneal, meningitis, hemorragias intracraneales, arteritis de la temporal y como síntoma de otras enfermedades sistémicas. El caso de la Arteritis de la temporal suele acontecer más frecuentemente en ancianos y se acompaña con frecuencia de otros síntomas.
Las cefaleas primarias comprenden la cefalea de tensión, la migraña, la cefalea en racimos y otras cefaleas neurovasculares. La cefalea a tensión es el tipo más frecuente y suele responder bien al tratamiento. La cefalea en racimos (o de Horton o en cluster también llamado) es más frecuente en varones y aparece principalmente entre los 20 y 50 años; con el tratamiento suele tener un buen pronóstico. La migraña es un tipo de entidad más compleja, es más frecuente en mujeres, tiene una predisposición hereditaria y el primer episodio suele acontecer entre los 10 y 30 años de edad. El pronóstico es bueno sin embargo la respuesta al tratamiento es variable según los pacientes. Existen a su vez 2 tipos de migraña: con aura y sin aura, ya que algunas de las personas afectadas desarrollan síntomas de advertencia, llamados aura, antes de presentarse el dolor de cabeza real.
¿Cómo se produce?
El tejido cerebral es casi en su totalidad insensible al dolor. Las estructuras sensibles son el cuero cabelludo, los vasos sanguíneos y las meninges. En general existen muchas teorías acerca del origen de la cefalea, en la migraña se ha hablado de mediadores serotoninérgicos, vasoconstricción y vasodilatación, liberación de neuropéptidos, entre otros. En la cefalea en racimos parece intervenir la histamina. Sin embargo no se conoce una causa exacta que lo justifique.
No obstante conocemos ciertos factores de riesgo que pueden intervenir en la aparición de la migraña como:
Factor genético: parece que existe una predisposición familiar aunque el tipo de herencia no está bien establecido.
Edad y sexo: en niños la migraña es igual de frecuente en varones que en mujeres, sin embargo en edades posteriores es más frecuente en la mujer.
Fatiga, estrés, exceso de trabajo, el ejercicio, el ayuno, la menstruación y los trastornos del sueño. Todos ellos actúan como precipitantes de la crisis migrañosa.
La ingesta de alcohol (principalmente vino tinto), chocolates, y quesos pueden precipitar la migraña.
La cefalea en racimos parece desencadenarse con más frecuencia con la ingesta de alcohol y fármacos que actúan como vasodilatadores como los nitratos.
El estrés emocional, el exceso de trabajo, el insomnio, malas posturas y otras situaciones irritantes suelen ser el desencadenante de la cefalea tensional. A veces refleja una depresión latente.
Sintomatología
La sintomatología lógicamente se va a basar en el dolor de cabeza, sin embargo es imprescindible realizar un buen interrogatorio al paciente sobre las características de la cefalea.
Se debe precisar el tiempo de evolución y la periodicidad de la cefalea. En general las cefaleas de más de 3 meses de evolución raramente serán debidas a tumor, por el contrario los dolores de aparición diaria y reciente deben hacer pensar en esa posibilidad. Los dolores de larga evolución y episódicos, suelen corresponder a migraña o cefalea de tensión. Las cefaleas agudas e intensas sin antecedentes previos obligan a descartar enfermedades graves, como una hemorragia subaracnoidea o hipertensión intracraneal. La cefalea en racimos característicamente aparece por períodos de 1-4 meses de sintomatología y periodos asintomáticos de años.
Otro aspecto a valorar es la edad de comienzo ya que las cefaleas que aparecen por primera vez en mayores de 65 años obligan a descartar cefalea secundaria a un tumor, absceso, enfermedad cerebrovascular o arteritis de la temporal. En las cefaleas de inicio antes de los 40 años corresponden prácticamente siempre a una cefalea tensional o una migraña.
La duración de los dolores es otro aspecto a valorar, la cefalea tensional es típicamente continua y sólo desaparece con el sueño o la distracción, por el contrario las cefaleas secundarias a un tumor o lesión que ocupa espacio y a la arteritis de la temporal suelen ser continuas, aunque predominan a ciertas horas del día. La duración de la migraña oscila entre 4 y 72 h, mientras que la cefalea en racimos dura entre 30 y 120 min.
La localización y la calidad del dolor, pueden ser útiles aunque son más variables. El dolor localizado por toda la cabeza es sugestiva de cefalea tensional, por otro lado la migraña aparece típicamente en sólo un lado de la cabeza y a modo de pulsos o latidos, aunque puede aparecer en los dos lados. El dolor alrededor del ojo con lagrimeo y secreciones nasales son típicas de la cefalea en racimos. La localización del dolor en la zona temporal del cráneo aparece en la arteritis de la temporal.
Además se debe interrogar acerca de la intensidad del dolor, que puede permitir continuar con las actividades normales, interferirlas o incapacitarlas.
Los factores desencadenantes o que alivien el dolor pueden ser de gran ayuda no sólo diagnóstica, sino también terapéutica.
Es importante indagar acerca de la presencia o no de síntomas acompañantes. La migraña se acompaña de síntomas como molestia a la luz y los sonidos, vómitos y, a veces, se precede de sintomatología neurológica transitoria (aura) como hormigueos, pérdida de fuerza o sensibilidad, automatismos y frecuentemente alteraciones visuales.
Por último, resulta importante conocer la respuesta a los tratamientos ya utilizados y confirmar que la dosis y vía de administración han sido las adecuadas.
Diagnóstico
Además de un correcto interrogatorio es necesario confirmar la sospecha diagnóstica con la exploración física de forma que podemos obtener datos de alteración neurológica focal como pérdida de fuerza, de sensibilidad, alteraciones del habla y la visión, afectación del equilibrio, entre otros. El examen del fondo de ojo ocupa una gran relevancia para descartar signos de hipertensión intracraneal. El interrogatorio y exploración regladas permitirán el diagnóstico de la mayoría de los pacientes que consultan por cefalea.
Se debe solicitar una analítica completa con determinación de velocidad de sedimentación globular (VSG) , especialmente si la cefalea aparece en ancianos de forma reciente y no hay alteraciones neurológicas, por sospecha de arteritis de la temporal que cursa con aumento marcado de la VSG.
En aquellos pacientes en la que se tenga alta sospecha de que se trate de una cefalea secundaria la prueba indicada es la TC (scanner) de cráneo que debe obligatoriamente solicitarse si la cefalea se desencadena por el esfuerzo físico, es de inicio súbito, se acompaña de alteraciones neurológicas, no responde al tratamiento correctamente indicado, la VSG es normal y es de aparición reciente en ancianos. En el caso en que el TC sea normal y exista alta sospecha de cefalea secundaria puede realizarse una Resonancia magnética. A veces puede ser ésta también normal y sin embargo con alta sospecha clínica, lo que obligaría a realizar una punción lumbar para descartar una meningitis o una hemorragia subaracnoidea.
En ocasiones es recomendable la exploración oftalmológica para descartar glaucoma, y el examen otorrinolaringológico para descartar sinusitis u otitis que pueden cursar con dolor de cabeza.
Tratamiento
El tratamiento va a depender básicamente de la causa. En los casos de cefalea tensional un tratamiento a base de analgésicos y antiinflamatorios como paracetamol , aspirina, ibuprofeno... puede ser satisfactorio, en ocasiones se asocian antidepresivos por el componente emocional y depresivo subyacente.
La cefalea en racimos responde bastante bien al tratamiento con oxígeno en mascarilla a alto flujo. Otros tratamientos implican analgésicos, antiinflamatorios y fármacos de la familia de los Triptanos (sumatriptan). El tratamiento de mantenimiento fuera de los periodos sintomáticos puede realizarse con verapamilo o ergotamina e casos resistentes.
El tratamiento farmacológico de la migraña se empleará cuando la intensidad de la cefalea sea suficiente como para alterar las actividades de la vida cotidiana. En general el tratamiento durante la crisis migrañosa, en casos de intensidad leve suele indicarse antiinflamatorios (aspirina, ibuprofeno, naproxeno...) y procurar descansar en un ambiente oscuro y silencioso. En aquellos casos más severos se suelen usar los triptanos (sumatriptán, zolmitriptán, rizatriptán...) aunque no se deben dar en casos de cardiopatía isquémica o claudicación intermitente. En casos resistentes el tratamiento puede realizarse con ergotamina aunque tiene más efectos secundarios y no se debe dar en embarazadas.
Medidas preventivas
Se debe llevar una vida saludable que incluya un buen descanso nocturno, una dieta equilibrada, adoptar posturas apropiadas, evitar el uso de tóxicos como la cocaína y el tabaco, realizar ejercicio físico de forma regular. En el caso de la migraña se pueden usar tratamientos con betabloqueantes, verapamilo, antidepresivos tricíclicos y antagonistas de la serotonina como tratamientos preventivos durante el periodo libre de crisis migrañosa.