Existen Buenas (y malas) para buscar otro diagnostico, tanto para los pacientes como sus médicos.
Estas Sentado en el consultorio del medico, pasa una brisa fría entre tu bata y cuerpo, intentas entender lo que acabas de escuchar: "Necesitas Cirugía". O "tal vez tienes cancer". O "Todo esta en tu Cabeza".
Tal vez tartamudees un poco. Tal vez busques palabras al azar. Lo que deberías decir decir es: "¿Puedo pedir una segunda opinión profesional?"
Pero cuando el diagnostico se refiere a tu cuerpo, puedes que sientas que la pregunta roperia alguna regla de oro entre en doctor y tu. Es fácil undirse en el océano de la incomodidad y no distinguir las sutiles corrientes del algo mas profundo y oscuro:
"¿Acabo de Alejar a la persona que mas necesito a mi lado?".
Desearía poder afirmar que ningún medico se fastidia cuando pedimos una segunda opinión. Aveces pasa, pero por lo general no les importa. De hecho en ocasiones nosotros mismos queremos una segunda opinión justo cuando nuestro paciente no. El reconocer que necesitamos otro par de ojos es el primer obstáculo. La búsqueda de la certeza medica esta repleta de caídas potenciales, callejones sin salida y, aveces espejismos.
El tenia 42 años, una saludable persona no fumadora que le gustaba salir de excursión en la naturaleza. Un día de septiembre me visito acompañado de su esposa. Desde la entrada Percibí que algo andaba MAL: respiraba mas rápido de lo normal.
Revise los signos vitales en la gráfica y me di cuenta que sus niveles de saturación de oxigeno eran de 89%. deberían estar cerca de 100%.
"¿Corristes para llegar aquí?"
Dijo que no.
"¿Has estado tosiendo?"
"Un poco." Su voz sonaba ronca y su discurso con pausas. "Pero, no es un resfriado no he estado enfermo."
Le sucedía cada vez mas durante el verano. Al principio sintió que le faltaba aire mientras escalaba las colinas. Hace un mes se dio cuenta que jadeaba mientras caminaba sobre una superficie horizontal.
Escuche su pecho mientras respiraba. Percibí un sonido lejano, como si algo raspara, como si separara velcro en cada espiración. No mencione lo que pensaba en ese momento. Dije que necesitaba realizarse unas pruebas, las cuales incluían evalución de las funciones pulmonares y una tomografía. Quedamos en vernos el siguiente martes para hablar sobre los resultados clínicos.
Cuando regreso, le di los resultados a una neumonologa. Ya sabia lo que me iba a decir: Neumonía intersticial, lo mas probable que sea algo llamado fibrosis pulmonar idiomática. Este es un misterioso padecimiento el cual los los pulmones del paciente comienzan a volverse mas gruesos. Se llenan de tejidos de cicatrices y eso obstruye el paso del oxigeno. Los pacientes comienzan a sofocarse poco a poco desde adentro. No hay tratamiento excepto el uso de morfina para calmar el pánico provocado por la sensación de que no podemos respirar.
Ese martes vino el solo. Le dije sobre los resultados a los que llegamos mi colega y yo. De la forma mas gentil que pude, le explique lo que podíamos hacer para que el se sintiera lo mas cómodo posible, en el mayor tiempo posible. Escucho todo mientras se quedaba en silencio.
"Me gustaría que vieras a la Neumologa", le dije finalmente.
"Por que querría hacer eso?", me pregunto sorprendido.
El sorprendido era yo. No era el tipo de pregunta que esperaba.
Continuó. "Es decir ¿cual es el punto? Ya hablaste con ella. ¿Cual es el punto de volver a pasar por lo mismo? ¿Cambiara algo lo que ella me diga?"
"No", respondí. "No cambiara nada."
Le hable el día siguiente. Por lo regular los pacientes abandonan ese tipo de conversaciones demaciado aturdidos y tienden a olvidar los detalle, por lo que deben estar presentes una vez que pase la sacudida. Al final de la conversión le sugerí de nevo que viera al neumologo. Me rechazo tajantemente. "Por que querría desperdiciar tres horas de mi vida leyendo revistas viejas?"
Habló con la valentía irónica que vemos frecuentemente en el hospital y por lo general eso me deja apantallado y con admiracion. Esta vez cuando colgué, me dejo con tristeza y algo mas. Me dejo claro que no tenia ningún deseo de ver, pero de todas formas deseé que lo hiciera. No es que tuviera alguna duda (ya había revisado su caso con otras personas solo para asegurarme). No es que quisiera compartir su tratamiento con alguien mas. Poco a poco me di cuenta de que quería que alguien mas pronunciara el mismo diagnostico y no solo yo. No quería ser el único que dijera las palabras que lo empanarían por su tortuosa retirada de este mundo.
La búsqueda de una segunda opinión son nuestras ganas de tomar aire de nuevo y de plantar nuestros pies sobre la tierra. Aveces encontramos justamente lo que esperamos: Que el primer doctor este incorrecto y que lo que precia una condena era en realidad una falsa alarma. Pero aunque tengamos que afrontar las interrupciones de nuestras vidas ahora, o pos ponerlas para después, el mundo debajo de nuestros pies no ha cambiado, solo nuestra capacidad para reconocer sus limites.
Por el Dr T.E. HOL T
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