¿Qué es?
La sangre está formada por múltiples tipos de células (glóbulos rojos o hematíes, glóbulos blancos o leucocitos, y plaquetas). Todas estas células se crean a partir de células inmaduras precursoras (blastos) en la médula ósea. Desde el comienzo del proceso de maduración, se puede observar dos líneas diferentes de maduración: la linfoide, que llevará a la formación de linfocitos (un tipo de glóbulo blanco), y la mieloide, que llevará a la formación del resto de glóbulos blancos, glóbulos rojos y plaquetas.
La leucemia es un tipo de cáncer hematológico que surge de la trasformación maligna de las células de la sangre. Su característica común es un crecimiento descontrolado del número de estas células y posterior acumulación en distintos órganos.
En función del grado de madurez que presenten estas células tumorales podemos diferenciar 2 tipos de leucemias: AGUDAS (formado por células inmaduras, cuya evolución de la enfermedad suele ser rápida), o CRÓNICAS (donde predominan células maduras, presentando una evolución más lenta de la enfermedad).
Así pues, la leucemia mieloide crónica (LMC) es un proceso que consiste en un crecimiento descontrolado de células maduras, en concreto de un tipo de glóbulo blanco denominado neutrófilo o granulocito. Esta enfermedad se caracteriza por dos fases, una inicial más crónica de unos 4 años en la que las células son glóbulos blancos maduros con una función correcta, y una fase de aceleración de curso más agudo en la que las células perderían su madurez existiendo un aumento de células inmaduras tumorales y posterior trasformación a una leucemia aguda, principalmente leucemia mieloide aguda (60%) pero también en ocasiones en una leucemia linfoide aguda (30%). Esta trasformación se denomina como crisis blástica.
La la leucemia mieloide crónica representa el 15% de todas las leucemias. Afecta por igual a los dos sexos y ocurre preferentemente en adultos con una mayor incidencia en la quinta década de la vida. El pronóstico dependerá de factores como la edad (peor cuanto mayor edad), el recuento de glóbulos rojos, blancos y plaquetas, afectación importante del bazo y de la médula ósea, con peor pronóstico. En general la supervivencia con tratamiento suele estar aproximadamente en 4 años, pero en ocasiones puede ser por más largo tiempo.
¿Cómo se produce?
La causa exacta es desconocida, sin embargo se ha demostrado que una anomalía específica en un cromosoma desarrolla la enfermedad. Consiste en una mutación que origina un intercambio del material genético entre dos cromosomas el 9 y el 22, generando un tipo de cromosoma mutado denominado Cromosoma Philadelphia. No se conoce cual es la causa de esta mutación aunque se ha postulado que las radiaciones pueden originarla.
El mecanismo implicado en la aparición de la enfermedad comenzaría tras un estímulo (como las radiaciones) que ocasionaría una mutación en el material genético de una célula de la médula ósea de forma que ésta adquiriría el Cromosoma Philadelphia, lo que daría lugar a un aumento de la reproducción de las células que presentaran este cromosoma frente a las que no la presentaran. Como consecuencia, las células tumorales se expandirían hacia el bazo, el hígado y dentro de la médula ósea (evitando el crecimiento de las otras series medulares, principalmente glóbulos rojos que suelen ser los mas numerosos) durante una primera fase crónica de evolución lenta y progresiva en la que las células involucradas serían característicamente maduras y principalmente neutrófilos (un tipo de glóbulo blanco).
Tras un periodo variable de tiempo alguna de las células malignas sufriría nuevas mutaciones lo que le conferirá una perdida de la capacidad para la maduración ocasionando un acumulo de células inmaduras en la médula ósea, sangre y en otros órganos, originando lo que se denomina como crisis blástica.
Sintomatología
La enfermedad suele presentarse de forma insidiosa y asintomática o con síntomas generales como cansancio, sudoración nocturna, pérdida del apetito y de peso. Estos síntomas son ocasionados por el enorme gasto energético que ocasiona un metabolismo excesivo motivado por el crecimiento descontrolado de células malignas.
Otros síntomas son debidos al acumulo de células tumorales en diferentes tejidos como en la médula ósea, originando síntomas de anemia como cansancio, palidez o taquicardia; y en el bazo y el hígado, con un aumento muy marcado de sus dimensiones que en ocasiones puede manifestarse con síntomas como sensación de saciedad precoz tras las comidas y molestias abdominales. Los ganglios linfáticos no suelen estar aumentados en este caso.
A diferencia de otras leucemias no suele haber tendencia a las infecciones dado que las células malignas son glóbulos blancos maduros y presentan un funcionamiento adecuado. Tampoco existen generalmente síntomas de hemorragia dado que la afectación de la médula ósea es más marcada sobre los glóbulos rojos que con las plaquetas.
Debido al enorme esfuerzo metabólico al que están sometidas la células leucémicas pueden manifestarse síntomas de gota o cólicos renales (dolor renal por cálculos o piedras) por aumento del ácido úrico.
Diagnóstico
Los datos del análisis de sangre suelen revelar un aumento marcado de glóbulos blancos, principalmente los neutrófilos, aunque también pueden estar aumentados otros tipos de leucocitos. Si analizamos los niveles de algunas de las sustancias que típicamente se relacionan con los neutrófilos (como la fosfatasa alcalina granulocítica) estará en este caso muy disminuida o ausente de forma muy característica en esta enfermedad, lo que ayuda a diferenciar este diagnóstico frente a otros posibles. Además estas células serán típicamente maduras en la fase crónica pudiéndose ver células inmaduras en la crisis blástica. Debido al acumulo de glóbulos blancos en la médula ósea, se verá afectada la formación de otras células, los más afectados suelen ser los glóbulos rojos ocasionando una anemia progresiva durante el curso de la enfermedad. Sin embargo la producción de plaquetas se ve menos afectada pudiendo objetivarse un recuento de plaquetas variable, incluso aumentado.
Otras determinaciones en sangre como la LDH, Vitamina B12, y ácido úrico se encuentran aumentados.
El diagnóstico de certeza suele aportarlo el aspirado de médula ósea donde se observa gran cantidad de células maduras de tipo neutrófilo, una proporción de células productoras de glóbulos rojos disminuida y de las plaquetas aumentada.
En el análisis genético de las células tumorales se puede detectar el Cromosoma Philadelphia.
Tratamiento
El tratamiento consiste en varios puntos, en general el único que ha demostrado posibilidad de curación es la combinación de quimioterapia potente (hidroxiurea, busulfan...) junto con radioterapia de todo el cuerpo y posteriormente trasplante de médula ósea de un donante compatible, preferiblemente de un familiar cuyo tipo de tejido sea idéntico. Este tratamiento no se recomienda en pacientes de edad avanzada pues soportan peor los efectos secundarios y tienen mayor riesgo mortal por alguna complicación relacionada con el tratamiento.
Para aquellos casos en que no sea posible la realización de trasplante se puede iniciar tratamiento con inmunoterapia mediante Interferón, aunque tiene peor respuesta. También puede ser necesaria la extirpación quirúrgica del bazo, en caso de síntomas importantes derivados del aumento de su tamaño. Otras veces serán necesarias transfusiones de glóbulos rojos si la anemia es severa.
En general todo el tratamiento comentado está dirigido a la fase crónica. Sin embargo, cuando la crisis blástica se ha puesto en marcha, aunque se suele iniciar el mismo tratamiento, éste es en general insatisfactorio, y en el caso del interferón habrá una respuesta muy pobre.
Medidas preventivas
No hay prevención posible dado que no se conoce la causa de la enfermedad.
La sangre está formada por múltiples tipos de células (glóbulos rojos o hematíes, glóbulos blancos o leucocitos, y plaquetas). Todas estas células se crean a partir de células inmaduras precursoras (blastos) en la médula ósea. Desde el comienzo del proceso de maduración, se puede observar dos líneas diferentes de maduración: la linfoide, que llevará a la formación de linfocitos (un tipo de glóbulo blanco), y la mieloide, que llevará a la formación del resto de glóbulos blancos, glóbulos rojos y plaquetas.
La leucemia es un tipo de cáncer hematológico que surge de la trasformación maligna de las células de la sangre. Su característica común es un crecimiento descontrolado del número de estas células y posterior acumulación en distintos órganos.
En función del grado de madurez que presenten estas células tumorales podemos diferenciar 2 tipos de leucemias: AGUDAS (formado por células inmaduras, cuya evolución de la enfermedad suele ser rápida), o CRÓNICAS (donde predominan células maduras, presentando una evolución más lenta de la enfermedad).
Así pues, la leucemia mieloide crónica (LMC) es un proceso que consiste en un crecimiento descontrolado de células maduras, en concreto de un tipo de glóbulo blanco denominado neutrófilo o granulocito. Esta enfermedad se caracteriza por dos fases, una inicial más crónica de unos 4 años en la que las células son glóbulos blancos maduros con una función correcta, y una fase de aceleración de curso más agudo en la que las células perderían su madurez existiendo un aumento de células inmaduras tumorales y posterior trasformación a una leucemia aguda, principalmente leucemia mieloide aguda (60%) pero también en ocasiones en una leucemia linfoide aguda (30%). Esta trasformación se denomina como crisis blástica.
La la leucemia mieloide crónica representa el 15% de todas las leucemias. Afecta por igual a los dos sexos y ocurre preferentemente en adultos con una mayor incidencia en la quinta década de la vida. El pronóstico dependerá de factores como la edad (peor cuanto mayor edad), el recuento de glóbulos rojos, blancos y plaquetas, afectación importante del bazo y de la médula ósea, con peor pronóstico. En general la supervivencia con tratamiento suele estar aproximadamente en 4 años, pero en ocasiones puede ser por más largo tiempo.
¿Cómo se produce?
La causa exacta es desconocida, sin embargo se ha demostrado que una anomalía específica en un cromosoma desarrolla la enfermedad. Consiste en una mutación que origina un intercambio del material genético entre dos cromosomas el 9 y el 22, generando un tipo de cromosoma mutado denominado Cromosoma Philadelphia. No se conoce cual es la causa de esta mutación aunque se ha postulado que las radiaciones pueden originarla.
El mecanismo implicado en la aparición de la enfermedad comenzaría tras un estímulo (como las radiaciones) que ocasionaría una mutación en el material genético de una célula de la médula ósea de forma que ésta adquiriría el Cromosoma Philadelphia, lo que daría lugar a un aumento de la reproducción de las células que presentaran este cromosoma frente a las que no la presentaran. Como consecuencia, las células tumorales se expandirían hacia el bazo, el hígado y dentro de la médula ósea (evitando el crecimiento de las otras series medulares, principalmente glóbulos rojos que suelen ser los mas numerosos) durante una primera fase crónica de evolución lenta y progresiva en la que las células involucradas serían característicamente maduras y principalmente neutrófilos (un tipo de glóbulo blanco).
Tras un periodo variable de tiempo alguna de las células malignas sufriría nuevas mutaciones lo que le conferirá una perdida de la capacidad para la maduración ocasionando un acumulo de células inmaduras en la médula ósea, sangre y en otros órganos, originando lo que se denomina como crisis blástica.
Sintomatología
La enfermedad suele presentarse de forma insidiosa y asintomática o con síntomas generales como cansancio, sudoración nocturna, pérdida del apetito y de peso. Estos síntomas son ocasionados por el enorme gasto energético que ocasiona un metabolismo excesivo motivado por el crecimiento descontrolado de células malignas.
Otros síntomas son debidos al acumulo de células tumorales en diferentes tejidos como en la médula ósea, originando síntomas de anemia como cansancio, palidez o taquicardia; y en el bazo y el hígado, con un aumento muy marcado de sus dimensiones que en ocasiones puede manifestarse con síntomas como sensación de saciedad precoz tras las comidas y molestias abdominales. Los ganglios linfáticos no suelen estar aumentados en este caso.
A diferencia de otras leucemias no suele haber tendencia a las infecciones dado que las células malignas son glóbulos blancos maduros y presentan un funcionamiento adecuado. Tampoco existen generalmente síntomas de hemorragia dado que la afectación de la médula ósea es más marcada sobre los glóbulos rojos que con las plaquetas.
Debido al enorme esfuerzo metabólico al que están sometidas la células leucémicas pueden manifestarse síntomas de gota o cólicos renales (dolor renal por cálculos o piedras) por aumento del ácido úrico.
Diagnóstico
Los datos del análisis de sangre suelen revelar un aumento marcado de glóbulos blancos, principalmente los neutrófilos, aunque también pueden estar aumentados otros tipos de leucocitos. Si analizamos los niveles de algunas de las sustancias que típicamente se relacionan con los neutrófilos (como la fosfatasa alcalina granulocítica) estará en este caso muy disminuida o ausente de forma muy característica en esta enfermedad, lo que ayuda a diferenciar este diagnóstico frente a otros posibles. Además estas células serán típicamente maduras en la fase crónica pudiéndose ver células inmaduras en la crisis blástica. Debido al acumulo de glóbulos blancos en la médula ósea, se verá afectada la formación de otras células, los más afectados suelen ser los glóbulos rojos ocasionando una anemia progresiva durante el curso de la enfermedad. Sin embargo la producción de plaquetas se ve menos afectada pudiendo objetivarse un recuento de plaquetas variable, incluso aumentado.
Otras determinaciones en sangre como la LDH, Vitamina B12, y ácido úrico se encuentran aumentados.
El diagnóstico de certeza suele aportarlo el aspirado de médula ósea donde se observa gran cantidad de células maduras de tipo neutrófilo, una proporción de células productoras de glóbulos rojos disminuida y de las plaquetas aumentada.
En el análisis genético de las células tumorales se puede detectar el Cromosoma Philadelphia.
Tratamiento
El tratamiento consiste en varios puntos, en general el único que ha demostrado posibilidad de curación es la combinación de quimioterapia potente (hidroxiurea, busulfan...) junto con radioterapia de todo el cuerpo y posteriormente trasplante de médula ósea de un donante compatible, preferiblemente de un familiar cuyo tipo de tejido sea idéntico. Este tratamiento no se recomienda en pacientes de edad avanzada pues soportan peor los efectos secundarios y tienen mayor riesgo mortal por alguna complicación relacionada con el tratamiento.
Para aquellos casos en que no sea posible la realización de trasplante se puede iniciar tratamiento con inmunoterapia mediante Interferón, aunque tiene peor respuesta. También puede ser necesaria la extirpación quirúrgica del bazo, en caso de síntomas importantes derivados del aumento de su tamaño. Otras veces serán necesarias transfusiones de glóbulos rojos si la anemia es severa.
En general todo el tratamiento comentado está dirigido a la fase crónica. Sin embargo, cuando la crisis blástica se ha puesto en marcha, aunque se suele iniciar el mismo tratamiento, éste es en general insatisfactorio, y en el caso del interferón habrá una respuesta muy pobre.
Medidas preventivas
No hay prevención posible dado que no se conoce la causa de la enfermedad.
Orlando Quevedo
6 comentarios :
esta doença e transmitida por hereditariedade?
realmente han habido mucho estudios para comprobarlo, algunos de ellos han encontrado genes que demuestran ser para la leucemia , pero esto no es unánime... que quiero decir: que, si hay alguna posibilidad de heredarse pero en un porcentaje algo bajo.
Hola. Yo tengo leucemia mieloide crónica, diagnosticada en 2008 y gracias a una medicación llamada glivec, aún sigo aquí.
Deberías actualizar el artículo, más que nada porque quién lo lea sepa que hoy en día hay medicación para esta leucemia y que la esperanza de vida es mucho mayor que la que has dicho.
No solamente existe el glivec sino que se sigue investigando y ya hay más medicamentos más novedosos que este.
He de reconocer que mi caso fue dificil de diagnosticar ya que yo comencé con las plaquetas aumentadas; llegué a alcanzar los 4 millones. Tuve el bazo inflamado y otros problemas derivados de ingente cantidad de plaquetas que tenía.
Un saludo Maria
si yo también tengo leucemia desde los 9 años ahora tengo 16 y cuando me la detectaron les dijeron a mis papas que me daban solo tres meses de vida y pues mi docotor me dio GLIVEC y me ayudo demasiado de echo es lo que sigo tomando tambien un tiempo estuve tomando TASIGNA y son muy buenas si deberias ponerlas como tratamiento (: atte. Carito.
Que alegría me dan sus participaciones! y SI, tendré que hacer un nuevo post! para abarcar eso que me falto de la leucemia! saludos Maria y Carito! excelente que todo se dio así de esa forma!
Hola, me llamo Angelina. Estoy trabajando en una empresa de investigacion de mercados.
Estamos realizando un estudio sobre la leucemia mieloide crónica a travès de internet.
El objetivo del estudio es comprender la manera en que la enfermedad puede afectar, y obtener opininiones sobre los tratamientos
Sus datos personales seran tratados con la maxima confidencialidad
Me gustaría poder contar con vuestra colaboración.
Os dejo aquí el contacto por si os apetece participar: etude.test@yahoo.com
Muchas gracias a todos.
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