9 de junio de 2009

Otitis

Posted by Orlando Quevedo On 21:47 Sin Comentarios


¿Qué es?
El término Otitis hace referencia a la inflamación de las estructuras del oído.
El oído se divide en tres partes:
Oído externo, que incluye desde el pabellón auditivo (oreja) hasta la membrana del tímpano.
Oído medio, donde se encuentra la cadena de huesecillos. Comunica con la nariz, mediante la trompa de Eustaquio, y con la mastoides, por un orificio posterosuperior.
Oído interno o laberinto que es la parte más interna. A su vez se divide en dos, el laberinto anterior o cóclea, que es donde el sonido se convierte en un estímulo nervioso, y es denominada comúnmente como "caracol", y el laberinto posterior que engloba a tres conductos semicirculares y el vestíbulo, con el utrículo y el sáculo; el laberinto posterior está relacionado con el equilibrio.
Como el oído se divide en tres partes, la inflamación de cada una de estas partes reciben las denominaciones de otitis externa, otitis media y laberintitis o inflamación del oído interno.
¿Cómo se produce?
La otitis externa presenta diferentes formas de presentación
Otitis externa circunscrita o forunculosis: es la infección de un folículo piloso del conducto auditivo externo (pelito del conducto del oído). Es causado generalmente por la bacteria Staphilococcus Aureus. Posiblemente causadas por maniobras de rascado.
Otitis externa difusa bacteriana: que consiste en una inflamación de la piel del conducto auditivo. Son determinantes el calor y la humedad, por lo que es muy frecuente en verano. Es producida, generalmente, por la entrada de agua contaminada (suele ser típico en los nadadores, tras el uso de bastoncillos o por erosiones). Casi siempre producida por la bacteria Pseudomona Aeruginosa.
Otitis externa necrotizante o maligna: Es una forma de otitis de especial gravedad, que ocurre generalmente en pacientes inmunodeprimidos y diabéticos, de edad avanzada. Es muy grave, pudiendo ser letal. Ocasionada por Pseudomona Aeruginosa, puede afectar a tejidos vecinos como el pabellón auricular, parótida, la mandíbula e incluso ocasionar osteomielitis de los huesos del cráneo, tromboflebitis del seno lateral y afectación de las meninges.
Otras inflamaciones que afectan al oído externo son la Otomicosis ocasionada por infección del conducto auditivo externo por hongos, generalmente Cándida o Aspergillus; las otitis por Virus del Herpes Simple, la Otitis externa bullosa o miringitis bullosa ocasionada por el Micoplasma pneumoniae en el seno de una infección respiratoria, y los eccemas de la piel del pabellón y/o conducto auditivo externo.
Las otitis medias son un grupo más heterogéneo de patologías:
Otitis media secretora o mucosa: ocasionada por una disfunción o una obstrucción de la trompa de Eustaquio que comunica el oído medio con la faringe y que se encarga de airear la cavidad del oído medio. Al alterarse la trompa se produce una disminución de la presión en el oído medio originando una secreción serosa (otitis serosa). Si se cronifica ocasiona cambios en las células que tapizan el oído medio convirtiéndolas en células secretoras de moco que ocasiona una otitis mucosa. Suele ocurrir en niños con hipertrofia adenoidea (vegetaciones), en pacientes con mala respiración nasal, en malformaciones velopalatinas (del paladar) o en el Síndrome de Down. También se relaciona con los tumores de Cavum o rinofaringe.
Otitis Media Aguda o supurativa aguda: es una infección aguda de la mucosa que tapiza el oído medio que dura menos de tres semanas. Es ocasionada por gérmenes como el Streptococcus pneumoniae (neumococo), Haemophilus Influenzae, Streptococcus grupo A y Moraxella catarrhalis. Aparecen frecuentemente como complicación de una infección de vías respiratorias superiores. Tambien puede aparecer por vía del conducto auditivo externo cuando existe una perforación timpánica. Muy frecuente en niños menores de 6 años. Algunas formas especiales de Otitis media aguda la componen la otitis del lactante con mayor riesgo de complicaciones y las otitis medias necrotizantes más frecuentes en inmunodeprimidos y en enfermedades sistémicas con evolución más agresiva, pudiendo dejar importantes secuelas.
La Otitis Media crónica: consiste en una inflamación crónica del oído medio de más de tres meses de evolución. Existen a su vez tres tipos principales, la supurativa benigna simple con perforación timpánica central en la que no hay destrucción de los huesecillos del oido ni de los huesos colindantes, otitis media crónica con perforación marginal y la colesteatomatosa que produce destrucción ósea con riesgo de complicaciones.
Tanto las otitis medias agudas como las crónicas pueden dar complicaciones como mastoiditis, petrositis, laberintitis, fístulas del oído interno, parálisis facial, meningitis, abscesos intracraneales, tromboflebitis del seno sigmoide o lateral. Aunque hoy día con el uso generalizado de antibióticos no suelen ocurrir este tipo de complicaciones.
La patología inflamatoria del oído interno o laberinto puede deberse a varias causas, entre las que destacan las de causa viral, generalmente en el contexto de una infección vírica de vías respiratorias altas.
Sintomatología
Los síntomas que podemos encontrar en las otitis son:
Dolor de oído (otalgia) que suele ser persistente, muy molesto, continuo,
Sensación de picor (prurito).
Secreciones que salen por el oído (otorrea), que pueden ser serosas, mucosas, purulentas, y en ocasiones sanguinolentas (otorragia).
Sensaciones auditivas desagradables como zumbidos o pitidos (acúfenos), autofonía (oirse a uno mismo al hablar)
Disminución de la audición o sordera (hipoacusia), que puede persistir semanas.
Además pueden añadirse otros síntomas más inespecíficos como sensación febril, mareos o malestar general.
Cada tipo de otitis va a tener sus síntomas característicos.
Las otitis externas se manifiestan como:
La otitis externa circunscrita es característica una otalgia que se intensifica con la movilización del pabellón auditivo y cuando se presiona sobre una región de la oreja denominada trago.
En la otitis externa difusa los síntomas son similares solo que suele añadirse otorrea serosa o purulenta, y, si se obstruye por la inflamación el conducto auditivo, puede presentarse sordera o hipoacusia.
La Otomicosis suele acompañarse de picor (prurito) y otorrea densa.
La infección por herpes produce dolor, vesículas en la piel y en ocasiones parálisis facial.
En el caso de las otitis medias:
La Otitis media serosa y mucosa se manifesta como hipoacusia o sordera, sensación de taponamiento del oído con escucha de chasquidos durante la deglución y autoescucha de la voz (autofonía). No suele acompañarse de otalgia ni otorrea. Muy frecuentemente cursan de forma asintomática.
La Otitis media aguda comienza con perdida de audición (hipoacusia) y dolor. Posteriormente se continúa con una salida espontánea de exudado purulento por el oído (otorrea purulenta) al producirse una perforación timpánica por la presión de las secreciones, momento en el que mejora el dolor de oído.
Las Otitis medias crónicas dan otorrea, que puede ser persistente a pesar de tratamiento, sordera o hipoacusia más o menos importante y, en ocasiones, pueden producir las complicaciones ya descritas.
Las laberintitis producen, sobre todo, vértigo, y en ocasiones hipoacusia. En las laberintitis serosas suele ser reversible, pero en las purulentas, con un vértigo muy intenso y sordera muy marcada, son casi siempre irreversibles.
Diagnóstico
El diagnóstico de la patología inflamatoria del oído esta basado principalmente en el interrogatorio que realizará su médico acerca de los síntomas ya descritos, así como los datos que se desprenden de la exploración física y de la otoscopia.
En ocasiones podrá ser necesario el empleo de técnicas de imagen como el TC (escáner) o la Resonancia Magnética Nuclear (RMN), especialmente cuando se sospechan complicaciones.
A veces se realizará una audiometría para valorar el grado de hipoacusia (sordera) y sus características. En las otitis serosas también puede ser necesaria la realización de una timpanometría.
En la exploración los hallazgos que se obtengan variarán dependiendo del tipo de afectación. Así en la otitis externa circunscrita la intensificación del dolor con la presión en el trago, y la visualización en el conducto auditivo externo de un enrojecimiento e hinchazón localizado en un punto, nos apoyará el diagnóstico. En la Otitis externa difusa el hinchazón del conducto es más generalizado y en ocasiones puede ocluir todo el espacio; a menudo se observan secreciones purulentas abundantes. La Otomicosis presenta un aspecto de las secreciones blanquecino o negruzco dependiendo del agente causante (Cándida o Aspergillus). En la Otitis media serosa y mucosa, la caja del oído medio aparece ocupada por una coloración de color ambar y a veces se traslucen burbujas, y en fases más avnzadas el tímpano puede aparecer retraído y deslustrado. La Otitis media aguda se muestra a la otoscopia inicialmente con un enrojecimiento de la membrana del tímpano, y posteriormente con un abombamiento timpánico que termina por perforar éste y eliminar secreciones purulentas por el conducto auditivo. En la Otitis Media crónica la otoscopia puede revelar la presencia de un colesteatoma con perforación timpánica y aparición de escamas blanquecinas en el oído medio. En el caso de una laberintitis la otoscopia no revela muchos datos, aunque puede mostrarnos estigmas de una otitis media previa causante de la laberintitis. En el caso de infección por Herpes Zoster puede visualizarse un enrojecimiento de la piel del conducto auditivo externo con aparición de vesículas en la otoscopia.
Tratamiento
Como medidas generales es necesario añadir que se debe evitar la entrada de agua en los oídos cuando se presenta una otitis. En ocasiones puede ser útil la aplicación de calor seco local y el manejo del dolor mediante analgésicos como el paracetamol y el metamizol, así como antiinflamatorios como el ibuprofeno y el naproxeno. No obstante cada entidad clínica presentará su tratamiento específico.
En el caso de la Otitis Externas va a basarse, principalmente, en el uso de antibioterapia local en forma de gotas con neomicina, ciprofloxacino, gentamicina o polimixina B, a veces asociados a corticoides, o, en ocasiones, con antifúngicos si se trata de una Otomicosis. Suele ser recomendable realizar una limpieza previa del conducto auditivo externo. Los antibióticos tomados vía oral se reservarán para los casos de afectación importante y en complicaciones. Si el conducto auditivo está muy cerrado puede ser útil el empleo de gasas impregnadas con antibiótico durante 48 horas. El tratamiento en general se suele mantener 10 días. No suele emplearse el drenaje quirúrgico del forúnculo salvo en casos muy evolucionados.
En el caso de la otitis media serosa-mucosa el tratamiento se basa en el empleo de descongestionantes nasales, (oximetazolina, pseudoefedrina) y antiinflamatorios (ibuprofeno, aspirina...). Se pueden utilizar corticoides tópicos nasales, y en ocasiones generales. Se añaden antibióticos cuando se sospeche una infección bacteriana. Cuando el episodio persiste más de dos-tres meses debe considerarse el tratamiento quirúrgico perforando la membrana timpánica y dejando un pequeño tubo de drenaje. La extirpación de las adenoides (vegetaciones) puede ayudar a evitar nuevos episodios.
La Otitis media aguda suele precisar el empleo de antibióticos por vía oral como la amoxicilina-ácido clavulánico durante 10 días. Si existe perforación timpánica se pueden añadir antibióticos tópicos en gotas. Si no está perforado pero persiste el dolor puede ser preciso una perforación quirúrgica y mantenimiento de un drenaje (poco frecuente). A veces el tratamiento antibiótico debe prolongarse más tiempo si se continúa con otorrea, y en niños puede ser necesario el tratamiento preventivo con antibióticos y extirpación de las vegetaciones. El tratamiento de la Otitis Media Crónica es casi siempre quirúrgico y laborioso.
El Tratamiento de las laberintitis se basa en el empleo de antibióticos vía oral y en el caso de ser purulenta incluso por vía intravenosa.
Medidas preventivas
Se recomienda evitar el nadar en aguas de aspecto contaminado y si es posible nadar con tapones, así como asegurar un cuidadoso secado de los oídos tras humedecerse. Se deben evitar los bastoncillos de los oídos que pueden erosionar el conducto auditivo y empujar los detritus del conducto auditivo más profundamente y causar lesiones del tímpano.

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