4 de agosto de 2009

Gota

Posted by Orlando Quevedo On 22:25 Sin Comentarios

¿Qué es?
Es una enfermedad que se conoce desde la antigÌedad debida a la formación y depósito de cristales de urato monosódico (UMS) en estructuras intraarticulares ocasionando inflamación articular aguda (artritis) y recurrente.
Cómo se produce
Los ataques de inflamación son una consecuencia de la presencia de estos cristales en la articulación y nunca ocurren en su ausencia. Por otra parte, la formación de cristales de urato dentro de la articulación requiere niveles elevados de ácido úrico en sangre (hiperuricemia), que con frecuencia se relacionan con hábitos dietéticos excesivos y sobre todo ingesta de alcohol. La normalización mantenida de los niveles de ácido úrico hace que los cristales se disuelvan lentamente hasta desaparecer y evita la formación de nuevos cristales. Así la gota es curable, aunque si el ácido úrico sube de nuevo, se forman nuevos cristales y pueden volver los ataques de inflamación articular. Por ello, en las personas con hiperuricemia y gota, el tratamiento de la hiperuricemia debe ser de por vida.
Aunque la hiperuricemia es frecuente, solamente una minoría de las personas que la tienen llegan a formar cristales y gota.
El ácido úrico es el resultado del metabolismo de las purinas (componentes esenciales del núcleo de las células, especialmente de los ácidos nucleicos que forman los genes.
Existen 2 razones para que aumenten los niveles de uricemia:
- Aumento de la cantidad de ácido úrico producido por el organismo, bien por una mayor cantidad de purinas ingeridas: la comida rica en purinas (vísceras), la ingesta de alcohol sobre todo la cerveza o algunos medicamientos como diuréticos o ciclosporina pueden colaborar; bien por un aumento de las purinas endógenas formadas como ocurre en algunos tumores o enfermedades hematológicas proliferativas.
- Disminución de la excreción renal
- Coexistencia de ambos mecanismos
Se suele hablar de hiperuricemia cuando los niveles de ácido úrico son superiores a 7mg/dl. Antes de la pubertad, niños y niñas tienen niveles muy bajos de ácido úrico y nunca tienen gota. Con la pubertad, en los chicos el ácido úrico asciende a los niveles que ya tendrán el resto de su vida, y si estos niveles son anormalmente elevados, algunos pueden formar cristales de urato en las articulaciones y padecer gota. Las mujeres sin embargo mantienen niveles de ácido úrico bajos durante toda su edad reproductiva, acercándose al nivel que tienen los hombres después de la menopausia, de ahí que las mujeres excepcionalmente tienen gota antes de la menopausia
Sintomatología
La gota produce inflamación articular, casi siempre en forma de monoartritis aguda; esto es, una articulación pasa en pocas horas de estar asintomática a inflamarse intensamente; al inflamarse se hincha (lo que se debe a que su cavidad se llena de liquido sinovial cargado de cristales de urato formando un derrame), su superficie puede enrojecerse y es muy dolorosa, presentando además limitación en su movilidad. Algunas veces la inflamación puede ser menos intensa y las molestias más llevaderas. Estos ataques se repiten de forma episódica alternando con periodos asintomáticos prolongados que se denominan intercríticos. Más adelante los ataques son más frecuentes, afectan a nuevas articulaciones y pueden inflamarse varias articulaciones a la vez, llegando la inflamación a ser persistente y durar mucho tiempo.
Las articulaciones que se afectan con más frecuencia son las de la base del dedo gordo del pie (conocida como podagra), empeine (tarso), tobillo, rodilla, muñeca (carpo), o alguna articulación de los dedos de la mano. También se suele inflamar la bolsa sinovial del codo, o la que tiene el tendón de Aquiles cuando se une al talón. Las articulaciones de las extremidades inferiores se suelen afectar con mayor frecuencia.
Los ataques de gota en general pueden iniciarse sin que haya ningún factor desencadenante, pero los pacientes con gota suelen presentar ataques de inflamación cuando tienen otra enfermedad importante o alguna operación quirúrgica. Hay pacientes que relacionan los ataques de gota con abuso de bebidas alcohólicas, transgresiones dietéticas o traumatismos locales.
En algunas personas con gota, se forman unos nódulos (llamados tofos) más o menos duros, generalmente en codos, aunque pueden aparecer alrededor de otras articulaciones e incluso en pabellón auricular, compuestos de cristales de urato monosódico. La presencia de tofos implica que el diagnóstico ha sido tardío o el tratamiento recibido inadecuado.
Diagnóstico
La presencia de cristales de urato en la articulación es necesaria para que se produzca inflamación por tanto la identificación de estos cristales en líquido sinovial es un signo indiscutible de gota y permite un diagnóstico preciso de la enfermedad. Estos cristales pueden obtener mediante la punción con aguja intramuscular de la articulación o de un tofo.
Las radiografías simples son normales en la mayoría de los pacientes gotosos ya que los cristales de urato son transparentes a los rayos X. En la gota de larga evolución pueden observarse erosiones en los huesos que son el resultado de la inflamación articular. La práctica de radiografía en las articulaciones de los pacientes con gota es útil si se desea descartar otras entidades detectables radiologicamente.
Los ataques de gota pueden confundirse con infecciones de articulaciones, los ataques de artritis por cristales de pirofosfato cálcico dihidratado (condrocalcinosis), otras inflamaciones en una articulación de otras enfermedades reumatológicas como artritis psoriásica, espondiloartropatías o artritis reumatoide, artrosis y otros problemas locales de las articulaciones como bursitis, eritema nodoso o infecciones de tejido celular subcutáneo (celulitis).
Tratamiento
Antiguamente, antes de que hubiera ningún tratamiento eficaz, se sabia que un ataque de gota acababa por desaparecer por sí solo después de varias semanas.
La gota es una enfermedad curable cuyo tratamiento es muy eficaz. Los objetivos del tratamiento son:
Control de los síntomas de la artritis gotosa aguda
Prevención de los ataques de artritis
Reducción de los niveles de ácido úrico en sangre (uricemia) para conseguir la disolución de los cristales de urato en los tejidos.
Los ataques de gota suelen ser muy dolorosos y precisan medicación. El reposo de la articulación inflamada y analgésicos como el paracetamol pueden aliviar el dolor. Los antiinflamatorios no esteroideos suelen reducir rápidamente la inflamación articular. Aunque la colchicina en dosis repetidas ha sido un remedio clásico en el tratamiento agudo de la gota, la aparición de diarrea como principal efecto secundario lo ha relegado a un segundo plano en la fase aguda reservándolo para aquellos casos en los que se desaconseje el uso de antiinflamatorios. Sin embargo pequeñas dosis de colchicina de forma regular siguen utilizándose para evitar la recurrencia de nuevos ataques.
En cuanto a la reducción de los niveles de ácido úrico en sangre se recomienda abstinencia de alcohol, especialmente cerveza, así como una dieta de calorías adecuadas evitando el sobrepeso. Entre los fármacos utilizados para la reducción de los niveles de ácido úrico se encuentran el alopurinol, que disminuye la formación de ácido úrico y los llamados uricosúricos que favorecen la eliminación de ácido úrico por el riñón. El inicio del tratamiento con estos fármacos debe comenzarse siempre cuando ya esté resuelto el ataque agudo y utilizando un tercio o la mitad de la dosis habitual del fármaco para evitar descensos bruscos de la uricemia que provoquen ataques. La reducción del ácido úrico no impide que continúen los ataques de gota, ya que estos pueden persistir mientras se encuentren cristales de ácido úrico en la articulación. Una vez que estos cristales se disuelven por completo los ataques cesan. Esto requiere un tiempo prolongado de tratamiento generalmente más de 1 año.
Medidas preventivas
Además de las medidas generales como la dieta y la abstención de alcohol se utilizan la colchicina a dosis pequeñas y regulares, los antiinflamatorios a dosis bajas si existe contraindicación para la colchicina, y glucocorticoides también a dosis bajas. Parece razonable prescribir el tratamiento profiláctico hasta que el paciente permanezca sin ataques agudos por un periodo de 3 a 6 meses.

Orlando Quevedo

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