9 de agosto de 2009

Anemia ferropénica

Posted by Orlando Quevedo On 19:29 1 comment


Anemias.Introducción
Se define la anemia como la disminución de la masa eritrocitaria. Esto significa que el paciente presenta una disminución del número de hematíes o glóbulos rojos, y de las cifras de hemoglobina y de hematocrito, con la consiguiente disminución de la capacidad de trasporte de oxígeno en la sangre que ello conlleva.
Consideramos anemia cuando la cifra de hemoglobina desciende por debajo de 13.5 gr/dl en el hombre, o de 12 gr/dl en la mujer, o en general cuando hay un descenso de sus niveles por debajo de dos desviaciones estándar de la media esperada para un paciente en base a su edad, sexo y estado fisiológico.

¿Qué es Anemia ferropénica?
Se define la anemia como la disminución de la masa eritrocitaria. Esto significa que el paciente presentará una disminución del número de hematíes, y de las cifras de hemoglobina y de hematocrito, con la consiguiente disminución de la capacidad de trasporte del oxígeno en la sangre.
Consideramos anemia cuando la cifra de hemoglobina desciende por debajo de 13.5 gr/dl en el hombre, o de 12 gr/dl en la mujer, o en general cuando hay un descenso de sus niveles por debajo de dos desviaciones estándar con respecto a la media esperada para un paciente en base a la edad, sexo y estado fisiológico.
La anemia ferropénica es aquella producida por un déficit de hierro sanguíneo (ferropenia). Es el tipo más frecuente de anemia, y cursa con unas características especiales que la diferencia de otras causas.
Para poder comprender conceptos posteriores, comentaremos algunos datos importantes del metabolismo del hierro. Su absorción tras la ingesta diaria tiene lugar en el duodeno, yeyuno proximal y yeyuno medio, porciones del intestino delgado. Dicha absorción se ve favorecida por la acción del ácido gástrico y ácido ascórbico, y disminuye por la acción de los cereales de la dieta.
Una vez absorbido, el hierro es transportado en la sangre mediante la transferrina (proteína sanguínea) en forma férrica, aunque la absorción tiene lugar en forma ferrosa o reducida. La capacidad ligadora del hierro de la trasferrina es de aproximadamente un 33%, y mide la capacidad de la trasferrina de transportar hierro en un momento determinado. No obstante, una mínima cantidad se transporta en plasma por la acción de la ferritina (proteína sanguínea), la cual presenta muy buena correlación con los almacenes de hierro del organismo.
Finalmente, el hierro llegará a través de la sangre a los precursores medulares de los hematíes, formándose los glóbulos rojos. El hierro que no se utiliza para su formación queda en forma de depósitos, almacenándose en la ferritina (proteína sanguínea).
¿Cómo se produce?
Las causas más frecuentes de anemia ferropénica son las pérdidas hemáticas, ya sean de:
Origen ginecológico, por aumento de la cantidad de sangrado menstrual ( hipermenorrea) o por sangrado endométrico ( metrorragias).
U origen digestivo, por pérdidas intestinales bajas (rectorragia: expulsión de sangre por el recto), o secundarias a úlcera gástricas (melenas: expulsión por el ano de sangre procedente del tracto digestivo alto, o hematemesis: expulsión de sangre por la boca procedente del tracto digestivo alto), o a esofagitis, etc
Otras causas son:
La disminución del aporte de hierro en la dieta,
Disminución de su absorción debido a cirugía gástrica, o problemas en las zonas intestinales responsables de su absorción.
Sintomatología
Los enfermos con anemia ferropénica presentarán las manifestaciones generales de todo síndrome anémico como son:
Manifestaciones generales como cansancio, palidez, intolerancia al frío.
Manifestaciones cardiovasculares como sensación de falta de aire, aumento en el número de respiraciones y de pulsaciones, dolor torácico, etc.
Síntomas gastrointestinales como disminución en el apetito, náuseas, estreñimiento o diarrea.
Manifestaciones neurológicas como dolor de cabeza (cefalea), pitidos en los oídos, mareo, pérdida de concentración o memoria, etc.
Dichos síntomas anteriores serán mejor o peor tolerados en función de la velocidad de instauración de la anemia. Así las anemias crónicas presentan síntomas y signos menos floridos y más larvados pues el cuerpo se ha acostumbrado a trabajar con menor número de hematíes y por tanto de oxigeno, mientras que en las anemias agudas las manifestaciones serán más llamativas y sintomáticas.
En el caso concreto de las anemias ferropénicas, el paciente puede presentar datos de sangrado a algún nivel corporal, ya sea rectorragia, metrorragia , hematuria (sangre en la orina), etc..., datos que hay que preguntar siempre en la anamnesis clínica (recogida de datos de una historia clínica).
Otros síntomas que puede presentar el paciente, y que son consecuencia de la ferropenia, son la atrofia crónica de la mucosa nasal (pérdida de dicha mucosa), la deformación de las uñas, problemas al tragar, existencia de alteraciones neurológicas del tipo de problemas de la sensibilidad, aparición de estomatitis angular (vulgarmente conocida como boceras bucales), inflamación de la lengua, etc.
Diagnóstico
Lo primero es realizar una adecuada historia clínica, recogiendo todo tipo de síntomas que nos orienten hacia el diagnóstico de síndrome anémico como fatigabilidad fácil, sensación de falta de aire, dolor de cabeza, alteración de la concentración, etc. Posteriormente se preguntará sobre otros síntomas específicos que nos orienten hacia las posibles causas de la anemia. En el caso de la anemia ferropénica se investigará sobre la toma de antiinflamatorios que pudieran haber causado una úlcera gástrica, o por alteraciones del ritmo intestinal, o por la existencia de pérdidas hemáticas ya sean ginecológicas o gastrointestinales, o por una ingesta insuficiente en hierro, etc.
Tras la anamnesis, pasaremos a la exploración física. Podremos observar palidez cutánea, aumento del número de latidos cardiacos o de las respiraciones, aumento del diámetro de los miembros inferiores, etc. Todo ello manifestaciones comunes de cualquier anemia. También podremos observar cualquiera de las alteraciones físicas comentadas anteriormente, secundarias al déficit de hierro. Por otra parte, siempre ante la sospecha de anemia ferropénica, se completará la exploración física con un tacto rectal que permitirá comprobar la existencia de sangre en las heces.
Entre las pruebas complementarias rutinarias solicitadas no puede faltar nunca un hemograma con recuento y formula hematológica, así como una bioquímica completa que incluya glucosa, creatinina, iones, bilirrubina total y directa, enzimas hepáticas, calcio, proteínas totales y urea. También es muy importante el frotis de sangre periférica, medir los reticulocitos sanguíneos (son los glóbulos rojos jóvenes) y los tiempos de coagulación. En el caso de la anemia ferropénica encontraremos que los hematíes tienen una disminución en su volumen corpuscular (anemia microcítica) y que hay un mayor número de reticulocitos (precursores de los glóbulos rojos) en la sangre. Además, ante la sospecha de esta patología, se solicitará determinación de hierro sanguíneo, ferritina, índice de saturación de la trasferrina y su capacidad total de fijación de hierro. En la anemia ferropénica los valores de hierro y ferritina sanguíneos están disminuidos, existe un aumento de la capacidad de fijación total de hierro y una disminución del índice de saturación de la transferrina. El descenso de la ferritina en la sangre es considerado como la primera alteración analítica que aparece y el mejor parámetro a la hora de detectar ferropenia, después de la biopsia de medula ósea, la cual es la técnica más especifica, pero que no siempre se realiza.
En las anemias ferropénicas graves podemos encontrar también otras alteraciones como aumento de plaquetas y discreta disminución del número de glóbulos blancos o leucocitos.
Otro dato analítico típico que también encontramos alterado en este tipo de anemia es el IDH (índice de distribución de hematíes, que es una medida de la diferencia de tamaños de los glóbulos rojos). Este último se encuentra elevado, dato que lo diferencia del rasgo talasémico, con el cual comparte algunas de sus características analíticas.
Otras pruebas complementarias que pueden ser necesarias ante la sospecha de anemia ferropénica, son la determinación de sangre oculta en heces, el enema opaco o la gastroscopia o colonoscopia, que se solicitarán según considere el médico en función de la historia clínica y la exploración física. Todas ellas encaminadas en buscar posibles causas de pérdidas digestivas intestinales. En las mujeres posmenopáusicas una exploración ginecológica así como una ecografía pélvica también a veces son ineludibles.
La biopsia de médula ósea es la prueba de confirmación del diagnóstico de anemia ferropénica, la cual normalmente no se realiza, y en ella lo que encontraríamos es una disminución o ausencia de los depósitos de hierro en la médula ósea.
Tratamiento
Tras llegar al diagnóstico de anemia ferropénica iniciaremos dos abordajes terapéuticos, uno el de la causa y otro sintomático. En cuanto al segundo, consiste en decidir o no trasfundir al paciente, lo cual dependerá de la clínica asociada a la anemia más que de la cifra de hemoglobina en sangre.
El tratamiento de elección para este tipo de anemia es la administración de hierro oral, preferiblemente en forma de sales ferrosas ya que se absorben mejor. Las dosis necesarias diarias variarán en función de los preparados y de la cantidad de hierro elemento en cada comprimido o vial, y de las necesidades de cada paciente. En general 150-200mgr. de hierro elemental repartidos en 3-4 tomas en las anemias moderadas o graves (hemoglobina menor de 10), y 60mgr. en dosis única en las anemias moderadas o leves.
Se debe tomar la medicación preferentemente con zumos de cítricos, dado que mejora su absorción, evitando ingerir los comprimidos con leche o derivados lácteos, suplementos de calcio o antiácidos, té, huevos, café, salvado o fibras vegetales, pues disminuyen su absorción intestinal. Lo recomendable es que se separe la toma entre dicha alimentación y el fármaco de 2 a 3 horas.
El tratamiento debe mantenerse al menos 2-3 meses después de que la hemoglobina recupere su valor normal.
Los efectos secundarios más frecuentes de la toma de hierro oral son la aparición de alteraciones gastrointestinales, heces negras, estreñimiento, etc.
Los preparados por vía parenteral (intravenosa o intramuscular) de hierro deben restringirse a casos excepcionales, como mal absorción intestinal o intolerancia al hierro oral, dado que puede provocar reacciones adversas graves.
Medidas preventivas
Mediante una correcta alimentación, rica en alimentos que contengan hierro, se puede prevenir las anemias ferropénicas de origen carencial, es decir, aquellas producidas por falta de aporte de hierro en la dieta. Algunos de los alimentos ricos en hierro son las verduras, morcillas, etc
En general, se desaconsejan los alimentos suplementados con hierro en las personas que no presenten ferropenia.


Orlando Quevedo

1 comentarios :

A mi me la diagnosticaron hace un mes y estoy buscando información sobre el tema y tu post me ha ayudado mucho

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