22 de noviembre de 2009

Síndrome post-estético la belleza convertida en obsesión

Posted by Orlando Quevedo On 7:50 1 comment


Dra. Marisol Gómez Narváez / Especialista en medicina estética

Con miras de crear conciencia sobre los pro y los contra que la evolución de la médica estética encierra, es tema de verdadero interés y preocupación la obsesión que se ha generado en la población por la perfección física, donde jóvenes de hermosas facciones y siluetas delgadas son el objeto de inspiración de diseñadores y propulsores de un sistema de vida cada vez más globalizado.

En el mundo latino específicamente, son signos de juventud y bienestar los cuerpos esbeltos y contorneados, facciones marcadas, pómulos pronunciados, labios voluptuosos y cabello abundante. Por ello, ante la imposibilidad natural y genética de contar con esos atributos, hoy son muy atractivas las técnicas quirúrgicas estéticas y cosmetológicas.

Aunque no ha sido reconocida como una patología, la reacción obsesiva posterior a un acto de estética no dista mucho del síndrome de polidismorfismo corporal ampliamente conocido en el mundo de la medicina.

Un porcentaje de los pacientes que acuden a la medicina estética insisten obsesivamente en el perfeccionamiento físico y la acentuación del atractivo sexual, tomando el gusto o placer casi orgásmico por someterse a un acto médico rápido y oportuno para obtener mejoras en su aspecto externo.

Si bien es cierto que el paciente después de los actos médicos y de su recuperación adopta conductas casi eufóricas y exhibicionistas producto de la gratificación que le ofrece el haber obtenido el cambio físico deseado, también existe otro grupo para quien los efectos obtenidos no cubren sus expectativas, reincidiendo de médico en médico, buscando más que un cambio físico, un apoyo psicológico a sus carencias emocionales.

Este último tipo de pacientes es el que más se acerca a lo patológico de no llegar a ser diagnosticado a tiempo y referido al especialista en conducta.

Si bien es cierto que la medicina estética ha evolucionado a pasos agigantados, también lo es el hecho de que inició sus esfuerzos para corregir defectos o deficiencias físicas y funcionales de una población susceptible: pacientes con secuelas por politraumatismos o con problemas físicos congénitos, hasta hace pocos años irreparables.

Con el transcurrir del tiempo esa población se ha ampliado, aumentando el número de pacientes que sin presentar el síndrome dismórfico corporal muestran interés por acentuar sus cualidades físicas, además de afianzar una autoestima tambaleante ante la férrea competencia sexual, así como para preservar la juventud.

Por todas estas razones aunque no incurran en lo patológico o enfermizo, la conducta o estado mental del paciente de estética debe ser vigilado por todo profesional del área.

ApreciaciOn exagerada

El síndrome dismórfico corporal es un problema de conducta caracterizado por la apreciación exagerada de los defectos físicos que en el peor de los casos crea defectos imaginarios.

Por lo general son pacientes que incurren en psicosis depresivas a causa de una baja autoestima, producto de su inconformidad física y en su evolución clínica suelen aislarse, deprimirse, e incluso infringirse daño o autolesionarse.

Aunque existen grados de clasificación para esta patología, por lo general es de exclusivo tratamiento psiquiátrico, pero debe ser del dominio del profesional de la estética para poder identificarlo y enviar al paciente a otro especialista de ser necesario.

Se puede identificar en aquellas personas que en el interrogatorio clínico refieren intervenciones estéticas sin justificación, inconformidad por los resultados, inestabilidad emocional y carencias afectivas. Es esencial diferenciar al paciente dismórfico de aquel que en condiciones mentales estables y saludables acude en múltiples ocasiones a la medicina estética, por estar “enamorado” de los beneficios que ha traído a su vida.

El profesional de la medicina estética debe estar capacitado y acreditado, ser el responsable de poner los límites oportunos al paciente obsesionado con sus cambios físicos injustificados con la finalidad de garantizar los resultados óptimos, verdadera publicidad de este arte médico.

En países desarrollados un equipo multidisciplinario trata al paciente de estética y la evaluación psicológica es obligatoria.

Orlando Quevedo

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