“si examinas a un hombre enfermo del cardias, con dolor en brazos, pecho y corazón… amenaza la muerte” Esta cita la podría decir hoy en día cualquier doctor como amenaza de infarto, pero pertenece a un papiro escrito en la época de Amenonfis I, en el Antiguo Egipto. Los conocimientos médicos de los egipcios fueron asombrosos, numerosas fuentes literarias, escultóricas y pictográficas, además de los papiros, son vestigios físicos que nos han dejado los egipcios sobre sus vastos conocimientos médicos. Se describen en ellos recetas y formulas mágicas acerca de Ginecología y Obstetricia, El libro del Corazón sobre enfermedades cardíacas y enfermedades oculares, entre otros…tened en cuenta que estamos hablando del 1550 antes de Cristo. Sobre ésta época se escribe el papiro Ebers, uno de los más importantes tratados médicos de la antigüedad, de donde también “beberían” los griegos. Se habla en este tratado de numerosos tratamientos en las diferentes áreas médicas e incluso se mencionan los remedios para algunas dolencias: la cebolla, ajos, miel, cerveza, hinojo, mirra, lechuga, café y cacao y ciertos preparados de plomo, cobre y antimonio. Se usaban frecuentemente los purgantes para las dolencias gástricas. Incluso Heródoto llega a llamar a los egipcios el pueblo de los sanísimos puesto que tenían un notable sistema sanitario público y porque es en este pueblo donde se da por primera vez la especialización en los distintos campos médicos. El papiro al que hemos hecho alusión anteriormente, distingue tres tipos de especialistas: Los médicos egipcios determinaron y aprendieron las especialidades, Suno médico general; Suno Custode, cuidador del ano del faraón; médico para enfermedades ocultas o de origen desconocido; dentista o el Generet médico del trabajo. La asistencia sanitaria era gratuita, el estado pagaba a los médicos, que tenían que utilizar y cumplir con un protocolo, anotando el aspecto del paciente, estado de conciencia, poder auditivo, olor del cuerpo, aspectos de las secreciones, orina, flema, especificando su aspecto, los edemas, la temperatura y alteraciones del pulso, es decir prácticamente una historia clínica del paciente. En el antiguo Egipto, las leyes sanitarias eran estrictas, existían ordenanzas médicas de vigilar las aguas, no solamente para la limpieza de los vivos sino también para la higiene mortuoria. Sorprende encontrar en los papiros una especialización tan depurada que indica un alto grado de evolución de la Medicina Egipcia. Conocemos el nombre de más de setecientos productos utilizados, algunos de los cuales han llegado a nuestro tiempo. Un grupo de medicamentos de gran importancia en el Imperio Egipcio, debido a que era una enfermedad frecuente, son los laxantes, el ricino o el sen. Contra los parásitos se recomienda principalmente la corteza de granado, que tiene una útil acción: elimina los parásitos intestinales. También encontramos uso de algunas plantas que actúan sobre el sistema nervioso, con un efecto que se considera narcótico, como la adormidera -la planta del opio- y el cáñamo. Entre las sustancias que tienen eficiencia en las enfermedades del corazón, se conocía la escila. En el conocido “libro de las Heridas”se describen hasta cincuenta casos clínicos de lesiones por traumatismos. Destaca la importancia del uso de la carne fresca para cohibir las hemorragias, de pan enmohecido para curar la infección, de algunas hierbas para facilitar la cicatrización, el empleo del cuchillo, y también del cauterio, para extirpar algunos tumores. También estudiaron los partos, donde la mujer daba a luz en cuclillas o arrodillada. En la próxima entrega, veremos los remedios médicos que utilizan tanto griegos como romanos y la especialización y tratados médicos que se hacen en la etapa clásica de la civilización occidental…. Orlando Quevedo
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