40206372-PAI-MEDICINA-UC-VALENCIA-2009[1]
Todos estos modelos se publican con el fin de que se puedan hacer una idea de como fue la prueba en años anteriores y sepan como deben estudiar.
Aqui estoy junto al Doctor en la entrega del premio a la personalidad medico del Año, el es Conductor y productor del Programa "Tu consulta Medica" Que puedes escuchar por aqui!
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El síndrome de Wolff Parkinson White es una anomalía en la conducción de los impulsos eléctricos del corazón debido a la presencia de una vía de conducción accesoria entre la aurícula y el ventrículo, es decir, otra ruta alternativa. Esto puede ocasionar episodios de taquicardia (frecuencia cardiaca elevada).
Puede aparecer a cualquier edad y en el electrocardiograma se registran una serie de alteraciones que hacen sospecharlo.
En condiciones normales el corazón se contrae de forma rítmica y sincrónica. Esta contracción es el resultado de un impulso eléctrico que se genera en la aurícula y llega al ventrículo siguiendo un circuito establecido y se traduce en un latido cardiaco.
En el síndrome de Wolff-Parkinson-White (WPW) en el corazón existen unas vías de conducción adicionales entre las aurículas y los ventrículos. Debido a esta vía de conducción accesoria las señales eléctricas llegan a los ventrículos antes de lo debido (lo que se conoce como preexcitación), activándose con anticipación debido a que el impulso no sigue el circuito normal. El resultado es una frecuencia cardíaca muy elevada y la presencia de estos circuitos anómalos entre la aurícula y el ventrículo hace que estos pacientes tengan más riesgos de presentar taquiarritmias (arritmia rápida).
En gran parte de los casos esta vía de conducción accesoria tiene un origen congénito, es decir, está presente desde el nacimiento. También puede aparecer asociada a la presencia de malformaciones cardiacas u otras enfermedades cardiacas.
Algunos pacientes no presentan ningún síntoma y se descubre de forma casual al realizar un electrocardiograma.
Muchos pacientes pueden experimentar episodios de taquicardia con palpitaciones generalmente de inicio y término brusco, mareos, desmayos, dolor en el pecho o dificultad para respirar. La frecuencia de los episodios de taquicardia puede ser muy variable.
Sólo un pequeño porcentaje de pacientes pueden presentar riesgo de muerte súbita por arritmias graves.
El diagnóstico se basa en los cambios del trazado del electrocardiograma que hace sospechar de la existencia de esta vía accesoria.
Otras pruebas complementarias que se suelen realizar incluyen:
Radiografía de tórax y ecocardiograma, que muestran si existen alteraciones del corazón.
Analítica: pueden ayudar a establecer las causas que desencadene la arritmia.
Estudio electrofisiológico. Permite obtener un mapa del sistema de conducción eléctrica del corazón mediante la introducción de una serie de cables, para averiguar el tipo de arritmia y su posible origen. Se indica en aquellos pacientes con síntomas y previo a la realización de tratamiento con ablación. Mediante la realización de este estudio se identifica la vía accesoria o anómala responsable del síndrome que se puede destruir mediante radiofrecuencia.
Existen 2 opciones principales de tratamiento: fármacos o ablación. La indicación de cada uno de los tratamientos se ha de individualizar en función de los riesgos y los síntomas de cada paciente.
Los pacientes asintomáticos, sin episodios de taquicardias generalmente no necesitan tratamiento.
Tratamiento farmacológico. Los pacientes que presentan taquicardias pueden requerir fármacos antiarrítmicos. Actúan retrasando el estímulo que llega de forma prematura al ventrículo y haciendo que siga el circuito de conducción normal con lo que se evita la aparición de taquiarritmias. El tratamiento farmacológico puede ser útil en aquellos pacientes en los que no se pueda realizar la ablación o cuando ésta fracasa.
Ablación con catéter. La ablación con catéter es el tratamiento de elección en pacientes con síntomas. Consiste en la localización de la vía accesoria mediante la realización de un estudio electrofisiológico. Una vez localizada se destruye de forma selectiva mediante la aplicación de radiofrecuencia. Este tratamiento puede ser curativo hasta en un 90% de los casos si bien no está exento de complicaciones. Por otro lado la vía accesoria puede reaparecer y requerir de nuevo el paciente tratamiento. Puede realizarse en niños y en adultos. Está especialmente indicado en aquellos pacientes con riesgo de muerte súbita.
Ablación mediante cirugía. La ablación mediante cirugía se utiliza mucho menos desde el empleo de la ablación por radiofrecuencia. Puede estar recomendada casos seleccionados en los que la ablación por radiofrecuencia fracasa o cuando el paciente requiere cirugía cardiaca por otros motivos.
Este síndrome no se puede prevenir ya que en muchos casos es congénito, es decir, desde el nacimiento. Cuando se detecta se recomienda realizar un electrocardiograma a los hermanos para descartar otros familiares afectos. Los pacientes con síndrome de Wolff Parkinson White pueden hacer vida normal pero se aconseja evitar los deportes de competición ya que pueden favorecer las taquiarritmias.
En esta entrada les Traigo de nuevo el Programa Radial "Tu consulta Medica"
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La Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad de Carabobo, de conformidad con lo dispuesto por el Reglamento de Admisión Interno, anuncia la Apertura del Proceso Interno de Admisión (P.I.A.) para cursar estudios en la Carrera de Medicina que imparte esta Facultad en las Sedes Carabobo y Aragua. En consecuencia, se informa a los bachilleres debidamente acreditados por título, a los cursantes estudiantes del ultimo año de educación secundaria diversificada, a los aspirantes a ingresar por convenios y a los egresados del subsistema de educación superior que aspiren a cursar estudios en la carrera de Medicina, que podrán participar en el Proceso Interno de Admisión, conforme a los siguientes lineamientos:
.- Los interesados deberán depositar en dinero efectivo, durante el plazo comprendido desde el lunes 10 de mayo de 2010 hasta el miércoles 31 de mayo de 2010, bajo las siguientes especificaciones:
A NOMBRE DE: Universidad de Carabobo FCS
2. Una vez realizado el depósito los interesados deberán REGISTRARSE en esta página a partir del 13/05/2010 hasta el 03/06/2010 para descargar su planilla de inscripción.
La tiroiditis es cualquier proceso inflamatorio que afecta a la glándula tiroidea.
Se clasifican habitualmente desde el punto de vista evolutivo en tiroiditis aguda, subaguda y crónica.
La tiroiditis de Hashimoto: Es una tiroiditis autoinmune (debida a anticuerpos dirigidos contra la glándula tiroides), y es el tipo más frecuente y la causa más habitual de hipotiroidismo.
La tiroiditis postparto: Se trata también de una tiroiditis autoinmune, que ocurre tras el parto. Produce síntomas de hipertiroidismo o hipotiroidismo.
La tiroiditis subaguda granulomatosa o de De Quervain: Es de causa desconocida, pudiendo producir síntomas tanto de hipertiroidismo como de hipotiroidismo.
La tiroiditis De Riedel: Es muy rara y de causa desconocida, que cursa con fibrosis en la glándula.
La tiroiditis aguda: Se debe a la infección de la glándula por un germen, que ocasiona un absceso en la zona de la glándula.
La tiroiditis esporádica indolora: Esta tiroiditis "silenciosa" aparece en pacientes con enfermedad tiroidea autoinmunitaria subyacente.
Las tiroiditis pueden ser asintomáticas o bien producir síntomas tanto de hipertiroidismo como de hipotiroidismo.
En algún tipo específico de tiroiditis, como son las tiroiditis agudas, el cuadro clínico es de dolor y signos inflamatorios (calor, enrojecimiento) en la región tiroidea, acompañándose con frecuencia de molestias al tragar y cambios en la voz. Puede existir también fiebre.
Es importante conocer los datos clínicos que presenta la persona y explorar la región cervical, buscando agrandamiento de la glándula, o cambios en la coloración o temperatura de la piel. Además la palpación de la glándula, si está aumentada o es dolorosa también ayudará en el proceso diagnóstico.
Después se realizará una analítica de sangre que incluya hormonas tiroideas y anticuerpos antitiroideos. Es posible encontrar tanto aumento como disminución de dichas hormonas, según sea la clínica presente (hipertiroidismo o hipotiroidismo).
La gammagrafía y la ecografía tiroidea resultan de gran utilidad para evaluar el tamaño del tiroides y ver sus características, orientándonos hacia una determinada causa. Además permite la realización de una punción de la glándula para su estudio.
El tratamiento dependerá en gran medida de la clínica predominante en el paciente. Cuando lo que el paciente presenta son síntomas de hipertiroidismo, se emplean fármacos antitiroideos como el metamizol y el carbimazol. Además, se pueden utilizar fármacos que controlen los síntomas, como los betabloqueantes y los glucocorticoides.
Para los cuadros que cursen con síntomas hipotiroideos el tratamiento empleado es la levotiroxina.
El tratamiento de las tiroiditis agudas debidas a una infección requieren el tratamiento antibiótico y el drenaje del absceso, todo ello en el hospital.
En las tiroiditis subagudas el tratamiento de elección es la aspirina o los antiinflamatorios, y en casos graves los glucocorticoides. En las distintas fases de la tiroiditis, y dependiendo de la función tiroidea, se pueden emplear betabloqueantes en caso de hipertiroidismo, o levotiroxina si hay hipotiroidismo.
No se conocen medidas que prevengan la aparición de las tiroiditis. Se recomienda la consulta con el médico en caso de proceso inflamatorio local en el cuello para descartarla.
Síndrome de malabsorción intestinal
Dificultad o pérdida de la capacidad del intestino delgado para la normal absorción de uno o más nutrientes durante el proceso de la digestión.
El síndrome de malabsorción puede producirse por causas que afecten directamente al intestino delgado o por causas que sin afectar al intestino, alteran el proceso normal de la digestión.
Entre las causas más frecuentes de malabsorción que afectan al intestino delgado se encuentran:
Lesiones de la mucosa intestinal (por infecciones, parásitos, enfermedades inflamatorias o autoinmunes, lesiones tumorales, intolerancias, etcétera)
Disminución de la superficie de absorción intestinal (tras cirugía, radioterapia, etcétera)
Lesiones o déficits vasculares intestinales que impidan el paso de los nutrientes absorbidos a la sangre.
Entre las causas más frecuentes de malabsorción que no afectan directamente al intestino delgado se encuentran:
Enfermedades del páncreas, hígado, vías biliares, esófago o estómago.
Déficit de uno o varios enzimas digestivos
Enfermedades sistémicas como diabetes, alteraciones del tiroides o de la paratiroides, tumores, etcétera.
Uso de fármacos que provocan lesión de la mucosa intestinal o que bloquean selectivamente la absorción de uno o más nutrientes.
El síndrome de malabsorción puede se asintomático o pasar desapercibido en las fases iniciales del mismo.
En muchas ocasiones los primeros síntomas son los de la propia enfermedad o alteración causante del síndrome de malabsorción.
Las manifestaciones más frecuentes del síndrome de malabsorción son síntomas inespecíficos como diarrea, distensión abdominal, meteorismo, malnutrición, pérdida de peso, astenia.
En otras ocasiones, los síntomas varían en función del tipo de nutriente que no puede ser absorbido:
Malabsorción de hidratos de carbono: provoca diarrea crónica, meteorismo y distensión abdominal.
Malabsorción de grasas: provoca heces voluminosas y malolientes, déficit de absorción de vitaminas liposolubles como vitamina K (su déficit favorece el sangrado), vitamina A (su déficit produce alteraciones de las mucosas, dermatitis), vitamina D (su déficit provoca raquitismo, debilidad ósea) o vitamina E (su déficit produce alteraciones de las mucosas, alteraciones visuales)
Malabsorción de proteínas: provoca pérdida de peso, pérdida de masa muscular, ascitis, edemas, ruptura de membranas celulares y pérdida de sus funciones.
Malabsorción de vitamina B12: su déficit provoca anemia o alteraciones neurológicas.
El diagnóstico del síndrome de malabsorción es realizado por el médico general, el internista o el especialista en patología digestiva en la consulta del centro médico u hospital.
El diagnóstico se basa fundamentalmente en:
Exploración física adecuada del paciente
Sintomatología que presenta
Resultado de los estudios complementarios que se realicen entre los que destacan una analítica de sangre completa para demostrar déficits específicos, un análisis de las heces, un estudio nutricional y diferentes estudios complementarios dirigidos a descartar las posibles causas de malabsorción.
El tratamiento debe ir dirigido a tratar la causa que está provocando la malabsorción.
En algunas ocasiones es necesario un aporte extra en la dieta o bien en forma farmacológica de aquellos nutrientes que no son absorbidos para evitar las complicaciones asociadas a su déficit o la malnutrición.
Corregir aquellos factores evitables responsables de la malabsorción.
Realizar una dieta equilibrada, evitando el consumo de tóxicos, fármacos o antibióticos que puedan modificar la flora intestinal o provocar daño de la mucosa intestinal
Realizar controles médicos habituales y seguir las indicaciones de su médico habitual en aquellos pacientes que presentes enfermedades del aparato digestivo.
Los tumores del hueso son poco frecuentes. Son más frecuentes las metástasis óseas secundarias a tumores en otros órganos, principalmente de la mama y la próstata.
Los tumores óseos son más frecuentes en menores de 15 años y en personas de edad avanzada con una frecuencia algo mayor en varones.
La clasificación de los tumores óseos es compleja. De forma general, se dividen en tumores benignos y tumores malignos.
Los tumores benignos están constituidos por células de tejido normal, tienen un crecimiento lento y no invaden estructuras vecinas.
Los tumores malignos los forman células diferentes a las del tejido normal, crecen rápidamente, invaden estructuras vecinas y pueden reproducirse a distancia dando metástasis.
Entre los tumores óseos benignos destacan el osteoma, el condroma, el osteocondroma, el linfangioma y el hemangioma.
Los tumores malignos más frecuentes son el mieloma múltiple, el osteosarcoma y el sarcoma de Ewing.
La proliferación celular anómala y el metabolismo óseo aumentado se ha relacionado con mayor frecuencia en niños en edad crecimiento con tumores óseos en fémur y tibia. La radiación previa también se considera causa de tumores óseos, así como la malignización de tumores previos benignos.
Los síntomas suelen ser muy inespecíficos. El dolor puede no ser muy intenso, incluso si el tumor es de crecimiento lento, puede faltar. Cuando existe dolor, éste es localizado y aparece típicamente por la noche.
En algunos casos se produce aumento de volumen por el crecimiento del tumor o deformación por la presencia de una fractura patológica (fractura secundaria sin traumatismo previo o ante un mínimo traumatismo) que en algunos casos es el primer síntoma.
Cuando aparecen síntomas como anorexia, pérdida de peso, astenia o fiebre, hay que pensar en la existencia de un tumor maligno.
En general, los diferentes tipos de tumores aparecen más frecuentemente en franjas de edad determinadas y en localizaciones también determinadas.
El diagnóstico de los tumores óseos se basa en la clínica, las pruebas de imagen y las características de las células.
La radiografía simple es la primera prueba a solicitar. Muestra la localización, los límites, la forma y la densidad del tumor. Un tumor benigno se muestra bien delimitado con una estructura ósea normal. Un tumor maligno invade y destruye el hueso en el que se ha producido , faltan los contornos normales, no tiene unos límites claros e invade el tejido circundante. Puede ser osteoformador (formador de hueso), dando imágenes radiológicas características como "en sol naciente", en "capas de cebolla" o de "borde peludo" y osteolítico (destructor de hueso).
La RMN es la prueba más exacta para determinar la extensión del tumor óseo. Permite definir con precisión los bordes del tumor y su extensión. Es de elección cuando se sospecha el compromiso de partes blandas adyacentes.
La tomografía computerizada es útil para la evaluación preoperatoria de los tumores, aportando información sobre el tamaño de la masa tumoral, su localización y relación con la musculatura adyacente.
La biopsia del tumor se realiza con aguja fina (PAAF) o biopsia abierta, según las características del tumor.
En el caso de metástasis óseas, el estudio del paciente se dirige a la búsqueda del tumor primario.
La cirugía es el tratamiento de elección en la mayor parte de los tumores, ya sean benignos o malignos. Algunos tumores benignos que no se operan, requerirán posteriormente controles de imagen regulares para seguir su evolución.
En los tumores malignos, el tratamiento se individualiza en función de las características del tumor y su extensión. La cirugía es el tratamiento de elección que se acompaña o no de quimioterapia antes o después de la misma.
La radioterapia se usa en caso de compromiso medular por la existencia de metástasis, posteriormente a la cirugía o como tratamiento paliativo en metástasis óseas no tributarias de cirugía con la finalidad de mejorar el dolor.