Dra. Maribel Baute:
Tenía mis metas adolescentes cumplidas, iniciaba una familia y una profesión, comenzaba a tomar cuerpo una necesidad generadora de nuevos intereses y experiencias. Se me hizo la luz, supe que quería trabajar con la gente mayor, ver la vida desde la otra orilla, apreciar en primera fila que la vejez también existe y muchos la pasaban muy mal.
Lo primero que me sorprendió cuando empecé a trabajar con los adultos mayores fue la variedad de motivos de consulta, no muy diferentes de los que traen otros grupos, aunque lo que puede cambiar es el modo en que ellos describen los síntomas o problemas.
La perspectiva del “poco tiempo” por delante les da un matiz de desesperanza, las somatizaciones ocupan un espacio significativo, el médico corre el riesgo de restarle importancia a lo que el paciente manifiesta. Estoy convencida que estos pacientes deben tener su geriatra, como los niños su pediatra.
Los años de experiencia me han enseñado que no basta trabajar sólo con la persona de edad, sino también con su entorno familiar. Sabemos que los hijos asumen con frecuencia el rol de padres de sus padres, lo cual es muy desafortunado, pues ser responsables como hijos es una cosa y querer dirigirles la vida es otra. El contacto con los hijos es parte del proceso terapéutico, muchas veces sus percepciones y acciones no tienen buena base porque aún no han llegado a esa etapa de la vida.
¡La vejez nos toma por sorpresa!, llevo 15 años de geriatra y ahora creo entender mejor su peculiar manera de actuar, lo que me permite una adecuada aproximación diagnóstica, farmacológica y más humana. La geriatría es una rama de la medicina, una joven especialidad con ciertas particularidades derivadas de lo que es su razón fundamental: el Adulto Mayor. Debe atender su salud, enfermedades y prevención de las mismas. Además es necesario que aborde los aspectos sociales que pueden influir en la salud del adulto mayor como son la soledad, el aislamiento y la dependencia.
La práctica geriátrica moderna nace en el Reino Unido durante los años 40, gracias a la intuición de Marjorie Warren, enfermera supervisora y luego graduada en medicina. Ella observó en las salas de crónicos de los hospitales donde trabajó cómo existían muchos ancianos con enfermedades no diagnosticadas ni tratadas.
Demostró cómo muchos de estos ancianos crónicos e inválidos, tras una correcta valoración y cuidados clínicos y de rehabilitación adecuados obtenían importantes recuperaciones que les permitían integrarse de nuevo con su familia o en la comunidad.
El médico geriatra debe tener un buen conocimiento de los cambios fisiológicos y patológicos derivados del paso del tiempo, de los aspectos referidos al manejo de fármacos en el tratamiento, estar familiarizado con la situación clínica y bio-psicosocial del adulto mayor. La condición especial para ser médico geriatra es solo una: que no le desagrade el paciente de edad avanzada. Por lo demás ser un buen geriatra requiere un período formativo, interés, dedicación y mucho estudio.
En una oportunidad alguien me preguntó: ¿Por qué te hiciste geriatra? me limité a contestar que quizás porque no tuve la fortuna de conocer a mis abuelos y quisiera recibir de mis pacientes, aunque sea en parte, el cariño de abuelos que por razones naturales me fue negada.
1 comentarios :
El constante envejecimiento de nuestra sociedad ha multiplicado las labores relacionadas con el cuidado de ancianos por lo que capacitarse en geriatría puede ser una gran herramienta para conseguir trabajo rápidamente. La atención a personas de la tercera edad mediante especialistas aumenta considerablemente la calidad de vida de las mismas.
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