23 de septiembre de 2009

El prurito

Posted by Orlando Quevedo On 18:11 Sin Comentarios


¿Qué es?
La piel es el órgano más extenso del organismo y supone aproximadamente el 15% del peso total del cuerpo, tiene varias funciones que van desde hacer de barrera frente al exterior, hasta actuar como órgano de comunicación con el medio externo, pasando por su función psíquica y social en las relaciones entre seres humanos.
El prurito o picor es un síntoma frecuente y a la vez muy molesto, ya que causa una sensación desagradable, y en ocasiones exasperante, que obliga al rascado continuo de la piel. El rascado continuo, a su vez, supone una amenaza importante sobre la piel en su función de barrera protectora, ya que puede ocasionar grietas en su estructura que actúen como puerta de entrada de infecciones.
El prurito es además una causa muy frecuente de consulta médica, especialmente en pacientes ancianos donde la piel tiene mayor predisposición a deshidratarse. Aunque también puede suponer una causa de consulta en pacientes no ancianos por motivos muy variopintos.
El prurito, sin embargo, no es en sí una alteración de la piel. En algunos casos la causa del picor residirá en la piel, así como en otros muchos casos va a traducir una patología interna que se expresa con picor generalizado.

¿Cómo se produce?
Como hemos dicho anteriormente, el prurito puede deberse a causas propiamente dermatológicas que traducen afectaciones de la piel, o bien puede deberse a enfermedades sistémicas que se manifiestan como picor. En este sentido podemos indicar las siguientes causas potenciales de prurito:
Prurito asociado a lesiones dermatológicas: que incluyen enfermedades como la dermatitis atópica y de contacto, la urticaria, las reacciones alérgicas a fármacos y anafilaxia, mastocitosis, picaduras de animales como los piojos u otros insectos, infecciones como la del herpes zoster, por hongos o por parásitos, y, la más frecuente, la sequedad de la piel.
Prurito no asociado a lesiones dermatológicas: como las enfermedades hepáticas y biliares con aumento de bilirrubina, insuficiencia renal con aumento de la urea, el aumento de ácido úrico, los problemas del tiroides y paratiroides (hiper/hipotiroidismo, hipoparatiroidismo), la diabetes, el Síndrome Carcinoide, alteraciones neurológicas como la tabes dorsal o algunas lesiones cerebrales, algunos tipos de cáncer como linfomas, síndromes linfoproliferativos, carcinomas, y otras enfermedades como el Síndrome de Sjögren, la anemia ferropénica, la infección por el VIH, o como efecto secundario de algunos fármacos.

Sintomatología
El prurito en sí es un síntoma, y como tal se debe hacer hincapié en sus características para ir conociendo las posibles causas que lo generan. Así, se debe interrogar al paciente sobre cuando se ha iniciado el picor, la localización predominante de éste, cuál es su intensidad y su patrón temporal a lo largo del día, así como si hay alguna situación en la que mejore. Conviene indagar en si el paciente ha presentado anteriormente esta sintomatología, y a qué fue debido. Además se debe hacer hincapié en la posible toma de medicamentos ya sea antibióticos, cremas, geles, ungüentos, sustancias de herbolario o si ha tenido contacto reciente con disolventes o detergentes abrasivos. Se debe hacer referencia a posibles antecedentes de enfermedades sistémicas como patologías malignas o no malignas, infecciones recientes, y, especialmente, posibles trastornos hepato-biliares o insuficiencia renal. Se debe investigar sobre otra sintomatología concomitante diferente al prurito que el paciente haya notado recientemente, especialmente en lo referente a lesiones cutáneas.

Diagnóstico
Como se ha indicado anteriormente el diagnóstico de la causa del prurito o picor va a ser eminentemente clínico, es decir, basado en la sintomatología y la exploración física. En relación a este último punto va a resultar muy importante realizar una exploración general exhaustiva. En primer lugar resulta importante valorar el estado de nutrición y especialmente de hidratación general y en concreto de la piel, así como su coloración. Se debe investigar sobre posibles lesiones cutáneas y valorar sus características. Además se debe hacer una investigación cardiopulmonar, de extremidades, abdomen y cabeza y cuello para extraer la información más relevante que nos pueda hacer pensar en una causa sistémica de prurito. Además conviene valorar el estado emocional del paciente puesto que en ocasiones éste puede ser causa de prurito.
En cuanto a pruebas complementarias a solicitar, estarán muy determinadas por los hallazgos obtenidos tanto en el interrogatorio del paciente como en la exploración, y en la mayoría de los casos no será necesario realizar ninguna prueba complementaria. En general un análisis puede aportar un poco de información ya que en ocasiones puede existir tanto un aumento de glóbulos rojos (policitemia), como descenso (anemia), que pueden relacionarse con el picor. La determinación de hormonas tiroideas o la PTH puede solicitarse por sospecha de trastornos del tiroides y paratiroides. El aumento de urea, ácido úrico y datos de insuficiencia renal pueden ser importantes en el despistaje del prurito, así como una valoración de enzimas hepáticas y de colestasis con valores de bilirrubina total, directa e indirecta.
Las pruebas de imagen como la radiografía de tórax y abdomen o el TC toraco-abdominal (tomografía computerizada o escáner) son solo necesarias cuando la sospecha clínica lo indique así. En especial se suelen indicar en casos de sospecha de tumor sólido o infección circunscrita.

Tratamiento
El tratamiento sintomático del prurito va a basarse en un tratamiento tópico y uno sistémico. Es muy importante señalar que el mejor tratamiento es tratar la causa del picor, por ello, en el caso de prurito secundario a un tumor, el tratamiento de éste será lo mejor, así como en casos de colestasis y enfermedad hepatobiliar, la solución del problema será la mejor forma de mejorar la sintomatología pruriginosa. En el caso de infecciones de la piel el tratamiento específico a base de antibióticos, antifúngicos, antivirales o antiparasitarios será de elección.
En cuanto al tratamiento tópico, va a depender de la naturaleza de las lesiones dermatológicas. En el caso de presentarse una piel seca pueden usarse agentes hidratantes como el pantenol y otros geles o cremas hidratantes. Si, por otro lado, se busca aliviar el prurito sobre lesiones no secas pueden usarse talcos y otros agentes secantes, es el caso, por ejemplo de picaduras de insectos.
El tratamiento sistémico estará basado en el uso de antihistamínicos sistémicos vía oral como el clorhidrato de hidroxicina o de ciproheptadina, o la difenhidramina. En ocasiones cuando la causa del prurito es el aumento de bilirrubina puede utilizarse la Colestiramina. En ocasiones puede emplearse corticoides, inicialmente tópicos si existen lesiones cutáneas localizadas o incluso en casos severos corticoides sistémicos.
Conviene llevar una correcta hidratación y limpieza de la piel para evitar posibles infecciones secundarias al rascado.

Medidas preventivas
Como se ha indicado anteriormente se debe llevar una correcta higiene de la piel, evitando su sequedad y empleando jabones que no dañen la piel y mejoren su elasticidad.
Se suele recomendar evitar el rascado y mantener las uñas cortas para evitar lesiones en la piel. Es recomendable además el uso de ropa holgada y sábanas y ropa de cama frescas y sin asperezas.
Se debe evitar la exposición al calor o frío extremo durante tiempos prolongados.


Orlando Quevedo

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