Los primeros homínidos ya nos dejaron huella en sus huesos de algunas de las enfermedades características de estas civilizaciones, la ciencia encargada de descubrir estos padecimientos es conocida como paleopatología, (es decir, el estudio de antiguas patologías humanas), y ya en el Neolítico se encuentran anomalías de origen congénito como la acondroplasia (enfermedad caracterizada por la desproporción entre las partes del cuerpo), enfermedades endocrinas (gigantismo, enanismo, acromegalia, gota), la artritis e incluso algunos tumores que principalmente se han identificado sobre restos óseos. Es muy raro encontrar entre el homo sapiens individuos por encima de los cincuenta años, con lo que las enfermedades degenerativas relacionadas con la edad, evidentemente, son escasas. Las más comunes eran las derivadas del estilo de vida nómada de estos pueblos. Como dato curioso tenemos la tuberculosis, que algunos autores la tachan como la enfermedad más antigua conocida; los primeros datos de ésta, los encontramos en torno a los 5000 años a. C. y en momias egipcias de entre los 3000 y 2400 a. C. En relación a los tratamientos médicos, nos encontramos con la técnica de la trepanación, consistente en la perforación de los huesos de la cabeza para acceder al encéfalo datados en el 3000 a. C. En esta primera entrega, vamos a ver la medicina en Mesopotamia, el creciente fértil, cuna de civilizaciones tan importantes como la Sumeria, Acadia, Asiria y Babilónica. Origen de la escritura cuneiforme, las civilizaciones aquí asentadas en torno al 4000 a. C. nos han dejado un testimonio escrito sumamente importante, en la medida en que el legado de las leyes o código de Hammurabi, nos proporciona información de primera mano de las formas de vida de las primeras civilizaciones humanas. En el tema que estamos tratando, hay varios artículos que se refieren a la responsabilidad que adquieren los médicos y los castigos por su mala práctica… Curiosa, que no llamativa, es la concepción sobrenatural de la enfermedad. El médico lo primero que debía hacer era diagnosticar al paciente identificando cuál de los 6000 posibles demonios era el responsable del problema, con técnicas adivinatorias como los vuelos de algunas aves, la posición de los astros o los hígados de algunos animales. A la enfermedad se le denominaba Shêrtu, palabra de origen asirio, que también podía identificarse como pecado, impureza moral, ira divina o castigo. Doscientas cincuenta plantas curativas se recogen en unas tablillas junto con exorcismos, plegarias y ofrendas como tratamientos para curar las enfermedades de los pacientes mesopotámicos (aunque ya veremos en próximas entregas que estas técnicas se van a seguir utilizando a lo largo de la Historia). El nombre para el médico era Asû y en el museo del Louvre encontramos una tablilla con el nombre propio de uno de ellos. Se trata de un sello parecido a lo que hoy entendemos como la firma de un documento o una receta… y rezaba así: “ oh, Edinmungui, servidor del dios Girra, protector de las parturientas, Ur-Lugal-edin-na, el médico, es tu servidor”. Como vemos no somos tan distintos, en cuanto a la concepción de la enfermedad como origen divino… en aquellas sociedades cualquier dios podía provocar la enfermedad mediante el abandono del hombre a su suerte o mediante la intervención directa… son precisamente esos dioses a quienes se refieren médicos y hechiceros para invocar la curación del paciente… cuántas veces hemos oído, y no precisamente hace 4000 años…”lo habrá mandado Dios…” O “en manos de Dios esta”… Orlando QuevedoMesopotamia
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